Review House of The Dragon: The Princess and the Queen

Review House of The Dragon: The Princess and the Queen

El título del episodio The Princess and the Queen se refiere de forma directa a la relación entre Rhaenyra y Alicent. Esto es perfecto para que los espectadores entendamos que acabamos de conocer a las actrices que interpretarán a los personajes a partir de este momento y en las temporadas sucesivas: Rhaenyra será interpretada por Emma D’Arcy y Alicent por Olivia Cooke. Las versiones jóvenes de los personajes, Emily Carey y Milly Alcock, hicieron realmente bien su trabajo, pero las dos nuevas intérpretes son tan brillantes que en unos segundos ya nos hemos olvidado de las anteriores.

Especialmente he quedado encandilada con la interpretación de Emma D’Arcy, que ya en esos primeros minutos con el parto y el paseo hacia los aposentos de la reina para presentarle a su recién nacido ha expresado muchísimo y ha mostrado un carisma y una fuerza interpretativa descomunal. Además, creo que los espectadores hemos entendido a la perfección que Rhaenyra es ahora una madre y una heredera responsable y no una adolescente malcriada y egoísta. La nueva versión de la princesa transmite fuerza y carácter, pero sin ese ferviente deseo de llamar la atención que tenía de adolescente. También Alicent ha cambiado, está más madura, más centrada, mucho más desconfiada y sobre todo totalmente obsesionada con los pecados de Rhaenyra y el futuro de sus hijos… dos cosas que están relacionadas.

Las dos mujeres han cambiado a causa de la maternidad, pero especialmente la princesa, quien ha dejado atrás su actitud contestataria y pone la seguridad de sus hijos por delante de su honor, retirándose ante la tormenta como hacen los marineros.

Me gusta mucho que el episodio empiece con ellas, especialmente con Rhaenyra (Emma D’Arcy) pariendo, pues el embarazo en el que murió su madre marcó un antes y un después en su vida y aconteció en el piloto, por lo que también fue un comienzo para nosotros como espectadores. Enfrentarnos ahora a la princesa dando a luz nos pone frente a un nuevo comienzo: la guerra de sucesión no ha comenzado, pero sabemos perfectamente qué pasos vamos dando hacia ese inevitable destino.

En estos momentos parece que fue un acierto clarísimo que los Velaryon estén interpretados por actores de piel oscura, pues da muchísimo juego para poner la atención en el escaso parecido físico de los hijos de Rhaenyra con su supuesto padre Sir Laenor Velaryon. Los guionistas dejan caer que a muchos nobles les llama la atención que los hijos no se parezcan en absoluto a su padre, pero sólo Alicent se atreve a hacer ese tipo de acusaciones delante del rey.

Si al menos fueran niños de piel clara y pelo blanco podríamos decir que la sangre Targaryen es tan fuerte que suprime u oculta a la Velaryon, pero los niños tienen el pelo sospechosamente oscuro y parecido al del Guardia Sir Harwin Strong. Alicent es consciente de esto, parece que no sólo le molesta que su antigua amiga tenga hijos con su amante en lugar de tenerlos con su marido, parece que le molesta que todo el mundo pueda verlo y que con ello el honor de la Casa Real sea menoscabado. Parece como si Alicent no soportase que su antigua amiga haga lo que quiera con su cuerpo, cuando ella misma permanece fiel al anciano enfermo al que su padre ordenó seducir. Quizás haya un punto de envidia, quizás siga dolida porque la princesa le mintió hace diez años, quizás echa en falta la compañía de Otto y culpe a Rhaenyra de su marcha una década atrás o quizás sienta un miedo sincero y genuino por la supervivencia de sus hijos.

El príncipe adolescente que se masturba en la ventana mirando la ciudad está interpretado por Ty Tennant hijo de nuestro querido actor David Tennant y parece ser un chaval bastante sensato, pese a que masturbarse al puro estilo Homelander nos diga claramente que el muchacho tiene ciertos aires de grandeza; me gusta que anteponga vivir bien y tranquilo a pelear por la sucesión del trono, a él le da lo mismo que reine su hermana mientras le dejen beber y conocer doncellas. Pero quizás su madre tiene razón cuando le dice: “You are the challenge. You are, Aegon. Simply by breathing.”. Es cierto que si hubiera nacido niña no habría problemas, pero Aegon es un varón. Alicent es madre de dos varones y cada vez que los mira ve a los dos hijos varones mayores del rey, y Aegon, su primogénito, es quien debería reinar si se siguieran las leyes y costumbres que se han seguido siempre. Alicent sabe que su marido hizo heredera a Rhaenyra al igual que sabe que muchos súbditos no la aceptarán y querrán que Aegon sea rey, siendo indiferente lo que quiera el muchacho.

Me parece extrañamente graciosa la ingenuidad de Viserys, un rey permanentemente enfermo y permanentemente bobo. Es genial observar a Viserys animando a sus hijos y nietos a jugar juntos. El pobre hombre se aferra a su propia bobería pensando que si entrenan juntos se terminarán haciendo amigos y formarán un frente común junto a Rhaenyra.

Claro que lo fundamental de la escena del entrenamiento no es la ingenuidad del monarca, sino la lucha de egos de los guardias. Sir Criston Cole sigue despechado y una década después no ha superado que la princesa no renunciase a todo para huir con él. Además, Alicent le salvó del suicidio, así que le tiene una lealtad desmedida. Pero no nos confundamos, lo que mueve al Guardia Real es el despecho, como muestra con claridad él mismo al deshacerse en insultos hacia la princesa.

Sir Criston Cole podría haber tenido hijos con Rhaenyra si hubiera aceptado la propuesta que ella le hizo, pero él no quería vivir en deshonra y fue otro quien asumió su papel. Criston odia eso. Odia la decisión de la princesa, odia que no huyera con él y odia que sólo lo quisiera como amante, así que odia con todas sus fuerzas al hombre que aceptó esa vida y a los hijos nacidos de esa unión. La pelea entre los dos hombres es algo natural, posiblemente llevan demasiado tiempo odiándose.

Mientras tanto en Pentos hemos visto una muerte espectacular, no conocíamos a Lady Laena, pero ha sido la niña que habló de dragones cuando quisieron casarla con un señor mayor y ha sido la mujer que consiguió morir como quería. No hemos visto mucho más de esta mujer, pero voló a lomos del dragón más grande de Westeros y la escena de su muerte ha sido muy poderosa y por eso merece nuestro respeto.

Daemon queda de nuevo viudo. Dudo que opte por quedarse en Pentos, posiblemente le dé a sus hijas la vida que quería su difunta esposa. Todo lo que hemos visto de esta familia me ha gustado, parecían sentirse libres y bien avenidos y da la sensación de que durante estos años Daemon no ha sido particularmente infeliz. Aunque me sobra el paralelismo que se establece en las decisiones de ambos hermanos que ante la ausencia de hijos varones deben decidir si salvar a sus esposas.

La muerte de Laena ha sido espectacular, pero no ha sido la única muerte del episodio. El destino de Harwin Strong y su padre, Mano del Rey por diez años, también ha sido funesto. Al parecer el bueno de Larys tiene amigos por todas partes y poco apego por los lazos familiares.

No me convence ese final en el que muestran a Alicent como una pobre ingenua superada por los acontecimientos, creo que hubiera sido mejor enseñar directamente a la mujer como una villana. Porque lo es. Ella quería deshacerse de unas personas y comunicó ese interés a un tipo al que conoce desde hace al menos diez años y de quién sabe sus intereses. Alicent sabe de lo que Larys es capaz, tiene que saberlo si llevan una década compartiendo cenas regadas con buen vino de Poniente y confidencias vespertinas. Alicent, en su subconsciente, sabía perfectamente que estaba condenando a Sir Harwin Strong a la muerte. Quizás no contaba con que también muriera su padre, pero de algún modo lo aceptó como daño colateral.

Como resumen, creo que hemos visto un episodio sensacional, quizás incluso el mejor de lo que llevamos de temporada, salvo por el último minuto donde el llanto de Alicent no encaja, pues no tiene ningún sentido que no lo supiera, no tiene ningún sentido que sea la típica ingenua que sólo quiere lo mejor para sus hijos y no mide las consecuencias de sus actos. Esa imagen desvalida del último minuto no concuerda con la mujer que hemos estado viendo a lo largo del episodio.