¿Por qué te vas, Pol Rubio?

¿Por qué te vas, Pol Rubio?

Llegué tarde al fenómeno Merlí. Ya os hablé de lo que me pareció la serie original en su momento, y también mis impresiones sobre su spin off, protagonizado por Pol Rubio (Carlos Cuevas), ese personaje que se había convertido en un fenómeno de masas con el paso de las entregas en la ficción de TV3 y que le sirvió para que Movistar Plus lo repescara y le diera las riendas de un proyecto nuevo. El viernes pasado concluyó tras dos entregas Sapere Aude, y lo cierto es que me supo fatal, porque no sé qué haré sin las aventuras y desventuras de Pol.

En el artículo referenciado expuse mi punto de vista acerca de lo que nos podemos encontrar en este esqueje (¿contenta, Fundéu?), y tras leerlo para refrescar la memoria de cara a redactar estas líneas que tenéis enfrente de vosotrxs, no cambiaría una coma. Es más: me sirven para describir lo que nos encontramos en la segunda entrega, solo que más acentuado todavía si cabe.

El reto de cara a esta temporada estaba en superar lo que nos mostraron en la primera. En lo fundamental lo han hecho, es decir, en el viaje de Pol. Si ya os conté que durante su trayectoria en Merlí, su evolución fue más que palpable, y que con el salto a su serie propia ya veíamos una versión más madura, este año, como él dice en cierto momento, le toca crecer (más aún) a hostias. Es una ficción, pero es que la realidad suele superarla. Lo que él ha pasado en ocho episodios, muchos lo están sufriendo en estos momentos, han muerto como consecuencia de la falta de investigación al respecto y fondos para tratar de encontrar una cura, o un tratamiento paliativo que te permita seguir viviendo, o lo padecerán, por desgracia. Hablo, por si no habéis visto la serie, del VIH.

Fuente: María Heras / Movistar Plus.

En uno de los capítulos, Alfonso, el padre de Pol, balbucea incrédulo, algo así como que se supone que en las escuelas nos hablan de sexo y esas cosas, qué cómo había podido pasarle eso a su Pol. Yo en ese momento no me lo planteé, pero dándole vueltas más adelante caí en la cuenta de una cosa: mi propia experiencia. Veréis, Pol Rubio podría haber sido contemporáneo mío, o de muchas otras personas. Podría haber sido compañero mío en el instituto, o incluso en la universidad. Y la (des)gracia está en que yo, y esto lo digo con conocimiento de causa, no he tenido una educación sexual adecuada; no solo yo, muchísimas otras personas de este país. 

La desinformación es algo que lastra a nuestros jóvenes, que buscan otras vías para documentarse o para averiguar algo que debería tener su espacio en las enseñanzas que recibimos en el sistema público de educación. Yo creo que asistí a una clase de educación sexual durante menos de una hora, y llevándola a cabo en el tiempo de otra asignatura, plátano y condón mediante; y encima en bachillerato, etapa que no es obligatoria en nuestra formación. No puede ser que para un tema tan importante como es el sexo, e incorporo la cuestión del consentimiento en este asunto, porque va ligado necesariamente, nos ofrezcan lo mínimo y casi de pasada cuando nuestra sociedad debe adquirir la mayor parte de sus valores y conocimientos para formarse como personas de provecho en el futuro, en sus años de escuela e instituto. Por eso es de agradecer que este duro golpe para Pol haya servido para dar visibilidad a una enfermedad que con información y documentándose y siguiendo tratamiento se puede convivir con ella. Estar enfermo no significa ser un lastre para la sociedad, ni menos válido (muy bien tirado ese debate que se mantiene en clase de la Bolaño al respecto de qué hacer con los enfermos). Y por eso es vital informarse por las vías adecuadas.

Fuente: María Heras / Movistar Plus.

Todo esto supone que Pol recorra su propio camino hasta aceptarse definitivamente y ser consciente de la realidad que le va a tocar vivir a partir de ese momento. Y, como decía anteriormente, todo se acentúa en esta entrega con respecto a la previa. Si el viaje de Pol es mucho más interesante, más maduro, y eleva al personaje a otro nivel, con la excepción de María Bolaño que vuelve a ser tan importante como en la primera entrega, y Alfonso, que también tiene un protagonismo más destacado y su propia trama mejor de lo que habíamos visto en otras ocasiones, todo lo de alrededor palidece en comparación. Los compañeros de Pol ya dije que eran un complemento agradable para el protagonista, pero que si la serie quería mejorar, debía darles otro enfoque al resto de estudiantes. No obstante, han optado por potenciar más si cabe la figura de nuestro personaje principal, y eso ha hecho que no le diera tanta importancia a ese aspecto, pero lo cierto es que las aportaciones de la mayoría de ellos este año no mejoran lo visto anteriormente y, en otras circunstancias, hubieran lastrado la opinión global de la entrega.

Y una de cal, y otra de arena. He echado de menos a Bruno, pero me ha encantado la incorporación de Dino. La ausencia del primero es menor si recordamos ese epílogo que nos brindó Merlí para cerrar su trayecto en televisión, pero eso no quita para que yo, y creo que mucha más gente, hubiera disfrutado con su presencia en estos episodios finales. Sobre el personaje interpretado por un fantástico Eusebio Poncela, ha sido una de las notas más positivas de la entrega, y ha brillado con luz propia, sirviendo también como mentor para Pol, a otro nivel de lo que supuso Merlí en primer lugar, y María Bolaño después. 

Fuente: María Heras / Movistar Plus.

Cuando me enteré que esta segunda iba a ser el adiós definitivo a Pol Rubio fue un golpe inesperado, la verdad. Estoy contento con el cierre, pero siempre me quedará la sensación de que podríamos haber continuado alguna temporada más con el personaje y su viaje hacia lo que vemos en el epílogo de Merlí. Supongo que como consuelo nos queda el haber vivido con él su desarrollo, y la opción de volver a ver las entregas anteriores, tanto de la serie madre como la del esqueje (te quejarás, Fundéu). Al final, es muy complicado no querer a Pol, y el mérito es de los responsables de estas series, por haber convertido a este personaje en alguien al que echaremos de menos cuando ya no esté. Bueno, y por si alguien duda, ambas ficciones son muy recomendables; que luego preguntáis por series que ver.