Review Arrow: The Dragon

Review Arrow: The Dragon

Si la semana pasada fue un episodio 99% Oliver Queen, en esta ocasión hemos tenido un capítulo prácticamente monopolizado por la figura de Ricardo Díaz, tal y como se podía deducir viendo el título de este decimonoveno episodio de la temporada, con su alias criminal, el Dragón. Sinceramente, me parece que ha roto un poco el ritmo que venían teniendo estas últimas semanas y en ocasiones se me ha hecho algo pesado.

Soy partidario la mayoría de veces en que se desarrolle como toca a un villano. Un ejemplo de lo que no hay que hacer es lo visto esta temporada en Legends of Tomorrow, que si me habéis leído semanalmente sabréis de lo que hablo, y si no os lo resumo: Mallus se suponía que era el rival del Team Legends, pero le hemos visto cuatro ratos y casi no ha tenido impacto en la tercera entrega, simplemente era el malo malvado que quiere acabar con todo y sin más motivaciones que esas. Muchas veces esa fórmula funciona, pero en la sociedad en la que vivimos hoy en día (televisiva y cinematográficamente hablando), los arquetipos de enemigos han cambiado; la prueba es que adoramos a Walter White o Tony Soprano cuando son dos personas que cualquier ser humano racional calificaría como malas, incluso las situaría en la categoría de villanos. Es por eso que ver un malo típico como podría ser Mallus, al que encima no se han molestado en desarrollar lo más mínimo, acaba resultando un punto negativo en el global de una temporada. En Arrow se han molestado en los últimos años en construir mejor a los rivales de Oliver Queen, como el caso de Prometheus o recientemente Cayden James, y Ricardo Díaz había tenido una importancia secundaria mientras el personaje de Michael Emerson causaba estragos en Star City, pero ya podíamos ir viendo alguna pincelada suelta de tanto en tanto. Una vez que él toma el control de la sociedad criminal que conocimos desde el comienzo de esta sexta entrega, su protagonismo ha aumentado pero desde la serie han considerado que era necesario ver las cosas desde su punto de vista antes de entrar en la recta final, algo que aplaudo pero a la vez me molesta.

Aplaudo porque refuerza lo que he dicho anteriormente, que es que para que un villano cause una mejor impresión en la historia que estás contando, creo que es necesario tratar de entender su punto de vista, o al menos tener una noción de porqué hace lo que hace, no solo el objetivo de verlo todo arder porque sí. A veces funciona esa táctica clásica, pero ya bien entrados en 2018, suele dejar peor impresión que hace unos años. No obstante, lo critico porque tras el buen ritmo mostrado durante todas estas semanas, con la mini trama de Thea y Roy y la marcha de ella, la ruptura entre Oliver y John, y la epifanía del justiciero de que debe volver a lo básico, creo que corta el rollo ahora meter un capítulo monopolizado por el criminal y parando la trama de la temporada a estas alturas. Tal vez hubiera funcionado mejor tras la muerte de Cayden James, para presentarnos definitivamente a Díaz y entender sus motivaciones; en el decimonoveno episodio de una temporada de veintitrés, creo que lo tienes que hacer muy bien para que no resulte un pegote, y creo que esta vez lo ha terminado siendo.

La trama de este episodio se resume fácilmente. Ricardo Díaz sigue queriendo aumentar su poder, ya que no solo le basta con controlar aparentemente Star City, sino que quiere expandir su influencia por todo el país, entrando a formar parte de una sociedad criminal conocida como The Quadrant, cuya importancia al parecer es muy destacada y su acceso es muy restringido y exclusivo. Tras un encargo por parte del hijo de uno de los capos, Díaz se da cuenta de que no le van a permitir unirse a ellos así como así, y se abre camino a lo bestia, matando a diestro y siniestro hasta que en la mesa cuadrada del Cuadrante (guiño, guiño) hay un asiento libre y acaban por aceptar su integración en este grupo. Además, nos muestran una pieza de su pasado, y su posterior venganza contra un abusón que le hacía la vida imposible en el orfanato en el que vivió durante su infancia. Se había prometido ser alguien cuando le quitara la vida, y ahora lo es. Quizá lo más interesante de esta trama haya sido, no Díaz, sino Laurel, que le acompaña en esta aventura y somos testigos de sus expresiones mientras The Dragon va abriéndose paso, como mostrando disconformidad en alguna de sus decisiones, quizá dando pie a que en futuros capítulos pueda acabar volviéndose en su contra. Tal vez yo he visto más de lo que realmente hay, pero esa impresión me ha dado.

De vuelta en Star City, tenemos relleno puro y duro. Felicity contacta de nuevo con Curtis ahora que ya no forma parte del Team Arrow tras la decisión de Oliver de dejarla al margen, y parece que su amistad vuelve a reanudarse gracias a la colaboración mutua en Helix Dynamics, start up que iniciaron esta temporada y que quedó al margen tras todos los problemas que tuvieron en la separación inicial del equipo. Esto es una cortina de humo para Felicity, dado que está más preocupada que nunca por Oliver, al que vemos muy de fondo hacer de las suyas y no desde su punto de vista, casi diría que por primera vez en la serie. También me ha llamado la atención que cuando ella le traslada sus miedos, él no cede en su idea y sigue empeñado en continuar en solitario. Tenía mis dudas de que cuando ella le comentara lo mal que lo pasa, él cediera y la dejara entrar de nuevo, aunque parece que tiene claro que este camino debe hacerlo solo, al menos por ahora.

Supongo que la semana que viene tendremos un episodio normal, es decir, con Oliver como el centro de la acción y reanudando ya la trama principal, ahora que tan solo quedan cuatro capítulos para la conclusión de esta temporada. Ha sido interesante conocer más de Díaz, pero repito, igual hubiera quedado mejor en otro momento de este curso. En cualquier caso, nos vemos la próxima semana en una nueva review.