Review Black Mirror: Black Museum

Review Black Mirror: Black Museum

Y damos cierre a la que, posiblemente, sea la temporada más floja de Black Mirror. Esta temporada no hemos explorado conceptos tan novedosos como en temporadas pasadas, quizás porque la serie está agotándose o quizás porque Charlie Brooker está perdiendo el interés.

El episodio final tampoco ha sido muy novedoso. Las similitudes entre Black Museum y el sensacional White Christmas protagonizado por John Hamm son evidentes, pero el cierre de la cuarta temporada no llega a las cotas de excelencia de aquel especial de Navidad. El epílogo de la cuarta temporada no es malo, pero está muy lejos de ser brillante o siquiera de mantener el nivel esperado por lo visto en las temporadas anteriores.

Al igual que en White Christmas, Black Museum nos presenta tres historias independientes pero entrelzadas. En una de ellas conocemos a un médico que se hace adicto a un tipo de tecnología que le permite sentir lo que sienten sus pacientes, de manera que aquello que comienza como una herramienta para el mejor diagnóstico se transforma en una adicción enfermiza que siempre pide sensaciones más fuertes, haciendo que el médico se hiera a si mismo o a los demás en su afán por sentir.

La segunda sub trama nos presenta a una familia cuya madre está en coma, aquí usan la tecnología para mantener a la mujer viva y presente, de algún modo, en la cabeza de sus seres queridos. La trama de la pareja explora ciertos dilemas morales, pero tampoco es una trama bien aprovechada. La tercera historia también podría haberse exprimido más y mejor, aunque tampoco aporta una idea nueva en la serie: la conciencia del criminal es torturada. El conflicto ético ya lo conocimos en White Bear, y de algún modo también reflexionamos sobre si la conciencia digital es una conciencia real o no.

Creo que esta temporada ha fallado en la medida en la que ya no nos aporta nuevas perspectivas al respecto de los potenciales peligros de la tecnología, y esto se pone de manifiesto en un episodio final que sirve de antología dentro de la antología y que nos muestra cosas que al fin y al cabo ya habíamos visto a lo largo de las tres temporadas anteriores. Los personajes no están mal, la ideal del maestro de ceremonias del museo del horro no es del todo mala, pero en cierto sentido todo el episodio mantiene la sensación de estar construidos sobre sobras e ideas desechadas de episodios que trataron temáticas similares de mejor manera.