Black Mirror - 3x02 Playtest: Jugando con la mente

Black Mirror – 3×02 Playtest: Jugando con la mente

El segundo episodio, esta vez sí ya escrito por Brooker, está protagonizado por Wyatt Russell, hijo del también actor Kurt Russell, que en este capítulo interpreta a un mochilero que, tras largarse de casa de forma furtiva y expeditiva, se dedica a dar la vuelta al mundo escapando no sabemos muy bien de qué. Hasta que llega a Londres, conoce a una chica y le roban el dinero de la tarjeta, con lo que se ve atrapado ahí.

Tras un prólogo algo largo para mi gusto, más para rellenar metraje que para presentar a los personajes, llegamos al inicio de la trama en la que decide buscar trabajo para volver a casa. La chica, periodista tecnológica, le insta a ir al primero que le llama la atención. Un magnate japonés de los videojuegos, que no le propondrá participar en un concurso humillante para lograr el billete de vuelta a casa, sino algo que terminará siendo más terrorífico.

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Este episodio aborda otro tema muy en boga en esta época, la realidad virtual. Pero esta vez dando un paso más allá, ya que no te entra por los ojos sino que va directamente al cerebro. El ingenuo protagonista acepta sin rechistar y, otra vez, dejándose llevar por su nueva amiga, intenta sacar algo extra de su trabajo. Sin tener en cuenta lo que le provocará ese atrevimiento.

Tras una inoportuna interrupción aparentemente irrelevante, el resto del episodio lo pasamos sumergidos en diferentes etapas del test del nuevo invento. Desde un simple y divertido Whac-A-Mole hasta pasar una noche en una lúgubre mansión, enfrentándote a tus miedos más ocultos (las maravillas de la tecnología). Ahí es cuando el episodio se pone más interesante, manteniendo un nivel creciente de tensión hasta que todo se desboca.

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El giro final del episodio se ve venir tal vez demasiado, ya que Brooker siempre va dejando miguitas de pan durante el capitulo que hace que su revisionado sea algo muy recomendable.

De todos modos, igualmente el episodio hace que te quedes con esa sensación incómoda que provoca ese doble giro final. Aunque, personalmente, hubiera preferido que obviaran ese último twist y lo hubieran dejado en algo más ambiguo.