Review Arrow: Reset

Review Arrow: Reset

No voy a extenderme demasiado. Al menos, no es lo que pretendo. Porque, si os paráis a pensar en lo que sucede en el capítulo, tampoco es que haya muchísimo que analizar a nivel de trama, no ha avanzado de una manera desmedida, aunque ha resuelto una duda que yo tenía al respecto de cierto tema, pero no han pasado muchas cosas. No obstante, a nivel emocional, el poso que nos deja este sexto episodio de la octava temporada de Arrow es increíble. Puede que estemos ante uno de los capítulos más emotivos de toda la serie, aun quedando todavía muchos momentos lacrimógenos por delante, o eso temo.

Al más puro estilo “El día de la marmota”, o “Al filo del mañana”, o la reciente serie de Netflix Russian Doll (que os recomiendo, y que ya os recomendamos en su momento en la sección Lo Mejor del Mes), este 8×06 nos ha metido de lleno en un bucle temporal de, además, una realidad alternativa a la de la serie. Algún cambio que otro, pero la principal novedad ha sido la vuelta de Quentin Lance a la serie, cuya muerte repetida una y otra vez en ese bucle ha servido de catarsis para que Oliver entienda (y nosotros, espectadores, también) que no puede escapar a su destino.

Seguro que todos conoceréis las cinco fases del duelo, y puede que alguno de vosotros las hayáis pasado. Negación, ira, negociación, depresión y aceptación. La negación creo que todos la sentimos cuando se anunció que Arrow iba a concluir con su actual temporada, y no podíamos creérnoslo. La ira vino después, pensando que cómo era posible que se acabara, si Supernatural o Grey’s Anatomy (por ejemplo) se han tirado casi quince años en antena, ¿por qué no Arrow? La tercera fase ya empezó a calar en nosotros cuando se nos fue contando que la temporada final sería una oda a la serie y a sus fans, que la hacían pensando en nosotros y que iba a haber cantidades ingentes de homenajes y guiños a toda la trayectoria de la serie (los está habiendo, y habrá más), y cuando muchos le dimos vueltas a cómo iban a despedir a Oliver, y algunos llegamos a aceptar que si el héroe que inició el Arrowverso se iba por la puerta grande, que lo mismo se quedaba un final digno para la trayectoria de la serie. La depresión llegó cuando comenzó esta temporada, y fuimos viendo que, efectivamente, el final estaba próximo, y que no podíamos hacer nada para impedirlo. Y la aceptación creo que acaba de llegar con este episodio.

Oliver ha tenido que pasar por todas las fases del duelo también. No quería dejar a su mujer e hija recién nacida, quería tener un futuro con sus hijos en Star City y quería criarlos junto al amor de su vida. Quería más tiempo, pero como le dice Lyla, el tiempo es un regalo. Tenemos que apreciar cada minuto de vida, y dar el máximo de nosotros mismos. No obstante, Oliver debía llegar a la conclusión que no puede escapar a su destino, que su trayecto acaba con la Crisis que se avecina y que nada puede hacer para evitarlo. Laurel ha tenido la oportunidad de decirle a su padre todas las cosas que no pudo decirle cuando Díaz le mató, y ha sido entonces cuando ha roto el bucle y ha salido de él. Hasta que Oliver no ha aceptado que no podía salvar a Quentin, y que él mismo no va a poder salvarse, no ha podido salir de él. No creo ser el único que, en el fondo, quería que The Monitor fuera la amenaza, que el arma que habían intentado construir sirviera para impedir que esa Crisis de la que tanto habla fuera un cuento que se había inventado para acabar con todos los mundos él solo, y que el Team Arrow podía detenerle, y que Oliver se salvaría y viviría feliz para siempre. Pero eso no es lo que le aguarda a nuestro héroe, y la comprensión y el entendimiento de que no estamos ante un crossover más era necesario que llegara, y este sexto episodio nos ha proporcionado lo que muchos necesitábamos para poder decir adiós a la serie que tanto hemos apreciado durante tantos años, llegando a la aceptación.

En este episodio dirigido por David Ramsey (Diggle) hemos tenido momentos para el recuerdo, con un Paul Blackthorne (Quentin) enorme en su papel, y con una de las mejores actuaciones que le recuerdo en la serie, quizá haciendo que me diera cuenta que le echaba de menos más de lo que me esperaba, y con una última aparición en la serie (o no) de diez. La escena de Oliver con los chicos, aceptando finalmente que va a tener que sacrificarse para que ellos tengan un futuro es tremendamente emotiva, y una de las mejores del episodio. Por cierto, que su presencia en el presente es por culpa de The Monitor, que les trae para que puedan pasar un tiempo con sus padres, antes de la Crisis, o al menos así lo he entendido de la palabras de Lyla. Además, comprendemos también que todo lo acontecido en los episodios anteriores no ha sido en balde: cada una de las piezas que ha ido recolectando Oliver desde el comienzo de la temporada tienen un propósito, solo que no el que esperaba. Servirán para detener el mal que se avecina, o al menos, jugarán un papel crucial en la Crisis.

Y por si no tuviéramos bastante con todo esto, la semana que viene nos vamos a Lian Yu, concluyendo el camino donde todo empezó. Sinceramente, los dos episodios extra de Arrow post-Crisis, teniendo en cuenta que uno de ellos será el backdoor pilot del posible spin off sobre Mia, los veo cada vez más innecesarios. El recorrido de Arrow hasta el punto de la Crisis ha servido de homenaje perfectamente, y cerrar la historia de la serie en Lian Yu, y la de Oliver en el crossover, lo veo más que suficiente para una temporada final que ha dejado el listón muy alto y que lo tiene todo para acabar siendo de las más destacadas de toda la serie. Tengo mucha curiosidad por ver esos dos últimos capítulos, pero creo que pueden acabar desmereciendo el gran trabajo realizado en este primer tramo. Ojalá me equivoque.

No me quería enrollar, pero he acabado haciéndolo. Ya no os entretengo más. ¿Queríais una prueba directa de que la octava temporada es una carta de agradecimiento a los fans? Este sexto episodio lo transmite a la perfección. Un episodio más, y Crisis. Ya no queda nada.