Crítica: Dune

Crítica: Dune

Llegó un momento muy esperado por muchos, que es ver cómo Denis Villeneuve encaraba la adaptación de una de esas novelas con la vitola de inadaptables: Dune. Después de varios meses de retrasos por culpa del COVID, por fin llegó la primera entrega de las dos que se suponen que tendrá el proyecto ¿Habrá cumplido con las altas expectativas o caerá en el cajón de las decepciones?

Denis Villeneuve posiblemente sea uno de los mejores directores que hemos tenido en la última década y desde Arrival se nota que se esfuerza por hacer proyectos más atrayentes para el gran público; esto sobre todo se vio con la secuela de Blade Runner y, por decirlo de alguna manera, su Dune bebe mucho de ella.

Al igual que sus obras anteriores, no estamos ante una película trepidante precisamente, el film se toma su tiempo en querer plantear los conflictos, la situación sociopolítica y presentar a sus personajes. Quien ande esperando una aventura de acción se llevará una decepción, pues sobre todo sus dos pilares principales son la política y la supervivencia en un territorio hostil. Una premisa que podría ser pesada pero que logra funcionar gracias a que todo el mundo que presenta es interesante; su gran arma es el hacerte querer saber más sobre todo lo que rodea a su universo.

De todos modos puede que su mundo no sea el único caballo ganador de la película, ya que nos encontramos con un film cuya fotografía solamente se puede definir como espectacular, una consecución de planos y estética para el recuerdo que se basa en la idea de que a veces es mejor un buen trabajo de cámara y de arte que unas escenas CGI abusivas. Si por un lado logra llegar Dune a todo el mundo es por los ojos, por lo hermoso que llega a ser todo dentro de un ambiente es prácticamente desértico.

Con el cast pasa algo también muy parecido, es imposible sacar una palabra mala a ninguno de los actores implicados, destacando sobre todo una brillante Rebecca Ferguson que lo borda como Jessica Atreides y que a mi parecer termina eclipsando a un muy buen Timothée Chalamet. La única pega puede ser que se haya promocionado de más a algunos actores y actrices más pensados para la secuela que para la película actual.

Hacía tiempo que no disfrutaba de una película a la altura de lo que ha sido Dune, un film enorme que sabe controlarse muy bien y que consagra a Denis Villeneuve como un director que también sabe hacer películas ambiciosas capaces de llegar al gran público. Posiblemente la única pega que se le pueda poner, es que es demasiado introductoria teniendo en cuenta que su segunda parte está en el aire por todos los problemas de rodaje que provocó la pandemia, y que de caso de no producirse, podría lastrar mucho lo hecho en esta primera parte, ya que en solitario no creo que pueda funcionar.