Review The Mandalorian: Chapter Twelve - The Siege

Review The Mandalorian: Chapter Twelve – The Siege

Tras un episodio trepidante, vamos ahora con uno más tranquilo… ¡es broma! Filoni y Favreau nos están malacostumbrando, porque la función de entretener la cumple con creces, y encima la serie está labrándose su propio camino, a medida que lleva una función secundaria de lo más interesante: crear enlaces entre todos los productos de la franquicia, que no son pocos. Vamos con el cuarto capítulo de la temporada, The Siege.

A mí The Mandalorian me recuerda a un videojuego. Sí, de estos que tienes una trama principal, que tienes que ir completando misiones relacionadas, y para continuar en la historia vas de un sitio a otro, y en lugar de seguir cumpliendo con lo troncal, vas deteniéndote y haciendo encargos secundarios, para ganar experiencia, mejorar tu equipamiento y aprovechar lo que puede ofrecerte el título en cuestión. Fijaos si no lo habéis hecho hasta ahora, y os daréis cuenta de que muchos episodios responden a esa estructura de “misión principal, pero cada episodio me encuentro con algo secundario y allá que voy”.

Hoy no ha sido menos. Teniendo en cuenta la tartana en la que se ha convertido la Razor Crest, Mando decide volver a Nevarro, el planeta en el que más estuvimos el año pasado, para realizar las reparaciones pertinentes para poder llegar a Corvus, donde le dijo Bo-Katan en el episodio anterior que se encontraba la Jedi Ahsoka Tano. Al llegar a Nevarro, nos encontramos de nuevo con Cara Dune y Reef Karga, que ahora son, respectivamente, la marshal y el magistrado del planeta, y lo han revitalizado e impulsado hacia algo mejor, desde luego algo más positivo de lo que era aquel lugar cuando el Imperio lo controlaba. No obstante, además de las reparaciones, a Mando le surge la misión secundaria de esta semana: destruir la última base imperial de la zona para neutralizar por completo su presencia en el planeta.

Junto a Cara y Reef Carga, llegan a la base que, en principio, estaba vacía y abandonada, con presencia testimonial de imperiales (nota: siempre que se dice algo así, NUNCA termina siendo de esa forma), pero resulta que no, que aquello sigue funcionando, y encima realizando cosas, como diría Peter Griffin, nazis: experimentos raros, clonaciones, algo de transfusiones de sangres, cuerpos en vainas… Para aquellos fans de la teoría de que el Niño es un experimento de los imperiales y por eso lo quieren de vuelta, creo que este episodio les habrá dado más pie todavía para reforzar su postura al respecto. Yo, personalmente, sigo queriendo que el bebé sea una criatura sensible a la Fuerza, que estaba bajo dominio imperial, vale, pero ya está. Lo de la clonación no me termina de convencer, pero si me lo explican bien, no seré yo quien se queje. Y teniendo en cuenta que los responsables de la ficción ya han dado muestras de saber lo que se traen entre manos, mi confianza la tienen para que nos cuenten lo que sea que quieran contar.

Tras una huida espectacular de la base, con la consiguiente explosión que la reduce a cenizas, Mando, Reef y Cara salen airosos, y nuestro protagonista con una nave completamente renovada y en pleno rendimiento, algo que me ha dejado sorprendido, porque vaya mecánicos tienen en Nevarro, vaya. Que se los lleven a la Fórmula 1. Algo que también me ha llamado la atención es volver a ver de nuevo a la Nueva República por la zona, preguntando por el último incidente y poniendo en práctica el dicho ese de que “la policía no es tonta”. Porque hasta los menos espabilados se percatarían de que en aquella parte del Borde Exterior están pasando muchas cosas en muy poco tiempo; veremos si la Nueva República vuelve a hacer acto de presencia de aquí a final de la temporada, además habiéndole ofrecido a Cara ser una oficial, y enlace en aquella zona.

Decía en la apertura que Filoni y Favreau están enlazando las diferentes series y películas emitidas hasta la fecha de Star Wars. Con ese final, además de dejarnos claro que a Mando y al Niño les van a tener localizados los imperiales a partir de ahora, nos muestran también que la “nueva era” está cociéndose a fuego lento, por lo que igual en la propia serie somos testigos del nacimiento de la Primera Orden, el régimen que se alzó de las cenizas del Imperio y principales antagonistas de la reciente trilogía cinematográfica. Sinceramente, es de aplaudir lo bien que están preparando todo el terreno, sin perder comba del desarrollo de la propia historia de la ficción, que no es poca cosa. Además, quizá The Mandalorian sirva como Clone Wars en su momento, ya que la serie de animación rellenó huecos entre los Episodios II y III, ampliando la mitología de la saga, parándose a explicar muchas cosas que en las películas pasan de puntillas, o desarrollando mucho mejor a los protagonistas y secundarios; aquí puede que nos den más trasfondo de cosas que pasan en los tres últimos largometrajes, y que en el cine igual no explicaron demasiado.

Parecía que esta semana íbamos a ver a Ahsoka, pero, teniendo en cuenta que Filoni dirigirá el 2×05, y que él es quien está detrás de su evolución durante Clone Wars y Rebels, tiene todo el sentido del mundo que sea entonces cuando la veamos en carne y hueso, por primera vez en la franquicia. Mientras tanto, la cuarta semana de The Mandalorian sigue a un nivel muy alto, y la sensación es que la segunda mitad de la actual entrega puede ser todavía mejor.