Bly Manor y los titulares dirigidos

Bly Manor y los titulares dirigidos

The Haunting of Bly Manor (La Maldición de Bly Manor) no aparecerá en nuestra sección Lo Mejor del Mes, cuando os contemos en noviembre cuáles han sido las mejores ficciones de este mes de octubre. Al menos, no por mi parte. Mis compañeros son libres de elegir la serie que quieran, y si consideran que esta producción de Netflix merece estar en el artículo en cuestión, así será. Pero a mí no me ha funcionado, por causas que paso ahora a detallar.

The Haunting of Hill House (La Maldición de Hill House) se estrenó en 2018 y fue una de las series de ese año; tanto, que la incluimos, no ya en el recopilatorio mensual (que también), sino en el especial que le dedicamos anualmente a lo mejor en televisión, haciendo doblete en mejor estreno y uno de sus capítulos en el artículo correspondiente. Dos años después, esta antología lanzaba una nueva historia, con algunos de los miembros del elenco original, como hacen ficciones de este género (por ejemplo, American Horror Story), y sabiendo cómo de buena fue su predecesora, muchos íbamos con la ilusión de encontrarnos, quizá no algo de tanta calidad, pero sí una buena historia que pudiera dejarnos un gran sabor de boca y, por qué no, incluirla en nuestras listas de lo más destacado de este año.

Yo era uno de esos fans que iba con esa intención, pero todo quedó finalmente en agua de borrajas, y no precisamente cuando concluí mi visionado hace unos días. Acabó mucho antes de empezar. Y es que, en esta era en la que vivimos, en la que cualquiera tiene voz y una plataforma para expresarse (yo el primero), véase blogs, redes sociales, revistas, etcétera, a veces creo que se pierde un poco el foco de lo que realmente le importa al que te está leyendo, viendo o escuchando: disfrutar ellos por su cuenta, sin que te condicionen.

No os tengo que explicar el concepto de clickbait, o los titulares capciosos que rezan cosas como “las diez series de Netflix/Amazon/HBO/[inserte plataforma o cadena] que no te puedes perder”, o algo por el estilo. Están condicionándonos desde el minuto uno, bien para clicar simplemente por curiosidad, o porque lo que te sueltan es tan insultante o sorprendente que te hace picar en el anzuelo, y ya tienen una visita más. Puede que con mi titular yo esté haciendo lo mismo, pero a diferencia de lo que pueden ofreceros la mayoría de artículos de ese estilo, en este caso yo lo hago para quejarme sobre una situación que ya es mainstream, que es habitual en nuestro día a día en Internet: ¿qué gracia tiene ver una serie cuando ya me han contado de qué va? Mejor dicho, cuando me han explicado el quid de la cuestión.

Eso me pasó con Bly Manor, y no precisamente vi encabezados de posts estadounidenses diciéndome de qué iba esta nueva entrega, sino de medios españoles, de cuentas de revistas y blogs a los que sigo que, días antes de que Netflix la lanzara en su plataforma, como les habían pasado los episodios para que los vieran y dieran su opinión al respecto (práctica habitual en el mundillo), lanzaron sus reviews respectivas, titulándolas más o menos así: “Bly Manor, la historia de tal temática que te hará sentir tal emoción”, o comentándola como “la mejor serie del año”, o “no te puedes perder esta historia de la temática tal”.

No me das los detalles concretos de la trama, pero si me dices que una serie que te venden como una ficción de miedo, o terror psicológico, o como queráis llamarlo, resulta ser de una bien distinta, yo por lo menos acabé sintiéndome condicionado cuando la empecé, y no sé si como resultado de eso, o porque la trama de este año no me resultaba tan sorprendente como lo fuera antaño, veía venir muchas cosas que finalmente acabaron pasando, lo cual restaba puntos al conjunto global de la nota mental que pudiera darle.

No, Bly Manor no es la mejor serie del año. No, Bly Manor no es una historia de terror al uso, es algo más, es una ficción que transmite muchos mensajes, algunos muy interesantes y realmente bien llevados, pero lo que me hubiera gustado es descubrirlo por mí mismo, y no ver los capítulos pensando que esto es predecible porque un titular me ha contado de qué va la cosa, y ya todo lo que me puedan contar no tiene gracia ya. Ojo, aún así me he llevado sorpresas, porque, al menos, el equipo creativo de la serie se ha ido guardando ases bajo la manga, pero el contexto general pierde gracia cuando te dicen que la nueva temporada gira en torno a una temática concreta, que enmascaran (o esa era su intención que se va al garete con titulares lo suficientemente reveladores) bajo la fachada de serie de miedo.

Ah, y, por supuesto, Bly Manor está a años luz de Hill House. No tienen nada que ver la una con la otra, más allá de que el mismo creador ha ingeniado ambas, están disponibles las dos en Netflix, y comparten miembros del reparto. Es incomparable lo que disfruté con Hill House con respecto a Bly Manor, en buena parte porque, cuando la vi hace dos años, no sabía qué me iba a encontrar, y ese factor sorpresa, unido a una calidad superior en la mayor parte de aspectos de los que esta nueva entrega adolece, fueron una combinación perfecta para que lo disfrutara como un enano.

La reciente temporada es una buena serie, pero lejos de lo que nos ofrecieron en 2018. Y si no me hubieran dicho de qué iba, no medios internacionales, sino nacionales, quizá me hubiese parecido mejor de lo que me lo parece en estos momentos. Como nota final, simplemente quiero decir que, la mayor parte de veces, los espectadores no necesitamos que nos lo den todo mascadito, o bueno, al menos yo no quiero que me lo dejen todo claro desde el principio; prefiero descubrirlo por mi cuenta, y juzgar por mí mismo si me gusta o no. Y si encima el producto en cuestión lleva sorpresa, repito, mejor que no me la chafen. Dudo que esto vaya a cambiar en el futuro, pero al menos me he desahogado un poco dando mi opinión al respecto.