Shadow and Bone (Sombra y Hueso): Cuando el mundo roba el show

Shadow and Bone (Sombra y Hueso): Cuando el mundo roba el show

El próximo viernes 23 de abril, además de salir a la venta una cosa llamada NieR: Replicant que seguramente consumirá toda mi atención a partir de ese día, también llega a Netflix la primera temporada de Shadow and Bone (o Sombra y Hueso como se llamará en España) y gracias Netflix España, he tenido acceso a su primera temporada con antelación para poder traeros esta crítica en la cual obviamente, no habrá spoilers, por lo que tras el salto podréis leer sin miedo mi opinión sobre la nueva serie de la plataforma streaming.

La serie nos presenta un mundo de fantasía en el que hay un espacio llamado la sombra, que prácticamente divide una nación en dos. Dicha sombra está plagada de monstruos y por lo general sólo suele cruzarse en contadas ocasiones en viajes de corte militar; en uno de ellos, una cartógrafa del ejército llamada Alina Starkov descubrirá un poder que puede cambiarlo todo y generar un terremoto geopolítico por parte tanto de quienes quieren controlar dicho poder como por quienes quieren destruirlo.

Sí, seguramente la premisa de la serie sea bastante atractiva y puede que incluso haya gente se imagine una serie al más puro estilo Game of Thrones, pero saliendo ya del paso de esta ya cansina comparación con cada serie de corte fantástico que sale (aunque en este caso la ambientación esté lejos de lo medieval): no, la serie no va por esos tiros, pues aboga sobre todo por el ritmo y una evolución algo más clásica para quienes hayamos consumido fantasía más allá de la obra de Martin. En cuanto arranca, la ficción es un no parar en el que obviando ciertos puntos no da lugar para el descanso.

Pero a pesar de que su ritmo y su argumento tengan más que suficiente como para mantenerte enganchado a la pantalla, la verdadera carta del triunfo de Shadow and Bone reside en toda la construcción de mundo que se hace a lo largo de una primera temporada que muestra una introducción perfecta para lo que tiene pinta de ser una de las puntas de lanza de Netflix en el futuro.

Y es que no solo el mundo en el que te introducen sea interesante, es que las formas en general están muy bien llevadas, dándote poco a poco las piezas suficientes como para formarte una idea global de lo que está pasando sin necesidad de lanzarte todas las explicaciones a la cara de forma artificial. La serie va soltando pequeños puntos que a medida que se van juntando hacen que el espectador se monte el dibujo de todo.

Sin embargo, no todo es positivo pues aunque su ritmo, trama y universo sean grandes aciertos, la serie tiene cierto problema con los personajes secundarios. Dentro de los que son todos los principales, no hay ninguna queja, ya que en su mayoría son tanto atrayentes como carismáticos; no obstante, en lo que son los secundarios hay una ingente cantidad de personajes que a duras penas aportan algo y que únicamente sirven para liar al espectador en los primeros compases de la temporada.

En lo que es el nivel técnico apenas se pueden plantear pegas, ya que se nota bastante la apuesta fuerte que ha hecho la plataforma en el presupuesto, y a nivel de efectos o ambientación, Shadow and Bone es un espectáculo como pocos desde el primer momento.

Lo que me ha quedado claro después de estos 8 episodios, es que estamos ante una serie con mucho potencial para enamorar a quienes busquen una ficción de fantasía entretenida y fácil de ver. Un producto que aunque tira del espectáculo no escatima a la hora de montar una historia bien construida, gracias sobre todo a una maravillosa construcción de mundo. Si la plataforma apuesta por ella, por lo mostrado en esta primera temporada puede llegar a convertirse en una de las series franquicias de Netflix.

 

PD: Os dejamos el programa que le hicimos a la primera temporada