Review The 100: Pandora's Box

Review The 100: Pandora’s Box

 

La temporada continúa con su ritmo frenético y con un nivel de calidad deslumbrante. Los personajes se enfrentan a retos imposibles y los resuelven en un solo episodio. No dejan de pasar cosas y la temporada no frena su acción ni un minuto. Tenemos otro episodio espectacular de este magnífico comienzo de temporada.

Los acontecimientos se suceden a un ritmo vertiginoso y apenas hemos empezado la temporada cuando ya hemos resuelto uno de los mayores conflictos, el que parecía el más dificil de los problemas de nuestros personajes se ha solucionado en el cuarto episodio de la temporada. Ya no hay personas encerradas en el búnker, ya no hay que preocuparse por salvarlos, ya no hay una sociedad Wankru subterránea. Ahora bien, se ha concluido la trama de «salvar a los supervivientes», pero a la vez ha nacido la trama que nos mostrará la adaptación de Blodreina  a un mundo donde sus súbditos no están encerrados bajo tierra. Y veremos como las lealtades y las relaciones forjadas en estos seis años reaccionan de distintas formas al mundo exterior.

Ha sido genial ver a Bellamy descender al búnker, más genial aún que durante unos leves instantes Octavia se haya permitido ser la hermana pequeña de Bellamy y tan genial como terrible verla después culpando a su hermano y creando una confrontación que no debería existir.

Pero habrá confrontación. Parece que se avecina un choque bastante importante entre las tres emperatrices guerreras que tenemos por el momento: Clarke, Octavia y Charmaine. Cada una de ellas tiene distintos intereses y las tres han visto sacudido su status quo en los últimos tiempos. Octavia puede ver temblar su mando, Charmaine está en un mundo desconocido y Clarke… bueno, Clarke es Clarke y siempre gana, son las otras dos las que tienen que temer.

Los poderosos reencuentros han marcado parte de la carga emocional del episodio, pero también es muy destacable la separación entre Kane y Abby, los momentos distendidos de Raven y Murphy o la manera en la que ambos encaran la muerte. La relación de Raven y Murphy nos ha dado muy buenos momentos, pero aún nos los darían mejores Raven y Zeke. Ya sabemos que Zeke es bueno, está claro que no encaja con los criminales del Eligius y está claro que lo veremos  unirse definitivamente al equipo de Nuestros Buenos. Aunque tratándose de The 100, quizás nos sorprendan y no tiren por lo más obvio, que es que Zeke cambie de bando tras pasar algunas penurias. El tipo es inteligente, no parece un mal hombre y además ha fijado su atención en nuestra Raven, es muy grande verlo admirando a Raven incluso sin conocerla.

Tras el Praimfaya nuestros personajes han vivido vidas separadas y durante seis años han evolucionado de diferentes maneras, unos se han hecho más sociales, como Echo o Emori y otros aún más violentos, como Octavia. Ahora se encuentran en una situación en la cual deben aprender a convivir de nuevo. Pero no sólo han cambiado las dinámicas de poder entre ellos, también ha cambiado el mundo en el que viven. Ni el planeta es igual ni ellos son los mismos, cosa que visualizamos de forma casi literal cuando Octavia en lo alto de los escombros de la Polis recibe la luz del sol por primera vez en seis años.

Además, tal como les ocurrió a los grounders con el Arca, nuestros personajes son amenazados por unas personas que han caído del cielo. Y aunque se forjen alianzas momentáneas y los unos se sirvan de la ayuda de los otros, lo cierto es que tienen diferentes intereses y que todos saben perfectamente que son enemigos.

No sabemos qué pasó con el Eligius III, no conocemos las verdaderas razones de Charmaine y sus hombres, no sabemos qué pasará con Raven o si Kane y Abby volverán a compartir el corazón. No sabemos cómo se adaptará Octavia y la wankru al mundo fuera del búnker, ni si seguirán con sus sangrientas costumbres ahora que no son necesarias. Desconocemos el papel de Clarke en el nuevo mundo y Bellamy está atrapado entre las muchas personas a las que ama y sus distintas motivaciones. La temporada ha empezado a lo grande y lo que se avecina parece más grande aún.