Review Game of Thrones: Eastwatch

Review Game of Thrones: Eastwatch

Después del grandísimo episodio que vimos la semana pasada, hemos frenado un poco y esta semana el episodio se ha centrado en reencuentros, reuniones y giros sorprendentes y aunque ha estado bien, creo que no llega al nivel del espectacular The Spoils Of War.

Tengo la sensación de que un cuervo ha entrado en el salón de Rocadragón, ha agitado las alas en el tablero que teníamos en la mesa y han desordenado todas las piezas. Y la sensación no me gusta nada. La guerra estaba siguiendo un orden más o menos lógico, un par de derrotas y una victoria aplastante para Daenerys nos acercaban a la batalla final.  Teníamos a los Greyjoy haciendo de las suyas en ambos bandos, mientras que los Tyrell y Martell quedaron definitivamente eliminados.  La gente del Norte se situaba al margen, preocupados por problemas mayores. Todo estaba bien. En mi cabeza veía todo con claridad: primero ganamos la guerra, después vamos a por los muertos. Y ahora quedan dos episodios para terminar la temporada, y el maldito cuervo de tres ojos quiere que dejemos la guerra de lado para centrarnos en otras cosas. No puedo asumir una tregua en un momento como éste, sobre todo cuando no será una tregua efectiva y Cersei aprovechará que Daenerys mande sus fuerzas al norte para reconquistar el terreno perdido y contratar a un millar de mercenarios.

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Sabíamos que Jaime estaba vivo, así que me parece acertado empezar el episodio con él y no alargar una intriga que no es tal. Como también sabíamos, es Bronn quien salva a Jaime, en una demostración de lealtad o amistad impropia del personaje. Es doloroso que tras las muestras de amistad de Bronn hacia los Lannister, Cersei quiera castigarlo por organizar el encuentro con Tyrion. Así que espero que Jaime le dé a Bronn un empujón en dirección a Daenerys y traicione a su hermana por última vez, aunque algo me lleva a pensar que  Jaime se convertirá en la más leal de las criaturas, conmovido con la idea de ser padre. Y esto es una lástima, pues nos arrebata de un golpe todas las ilusiones que teníamos puestas en la evolución que experimentó Jaime en las temporadas anteriores.

La batalla de la semana pasada estuvo genial, lo conté por aquí dejando que la fangirl que habita en mí escribiera la review. Pero tras la batalla pasan algunas cosas que no me resultan creíbles. Para empezar nos tenemos que creer que Bronn, con su armadura (de tipo ligera, pero que algo pesa) se lanza al agua, donde es capaz de sacar a flote a Jaime, que debe llevar una armadura realmente pesada. Y de algún modo, moviéndose bajo el agua con las armaduras, consiguen llegar hacia la otra orilla del río. Una vez en la orilla, nadie los ve y pasan totalmente desapercibidos a los ojos de los dothraki, que están por allí buscando supervivientes para hacerlos prisioneros y ofrecerles arder.

A esos prisioneros se les da la oportunidad de continuar vivos, en un acto de enorme clemencia. De hecho, sólo ejecutan a dos prisioneros: a papá Tarly (que era imbécil) y al ingenuo de Rickon, Dickon. Pero a Tyrion y a Varys en su mentalidades progresistas del siglo XXI, les parece una barbarie matar a dos individuos. Entiendo que asar a la gente dentro de sus armaduras está mal bajo todos los cánones, entiendo también que las similitudes con el rey loco son cada vez mayores. Pero no entiendo como los dos consejeros principales de la reina más piadosa que ha pisado Westeros, la cuestionen por ejecutar a dos hombres, cuando cualquiera de ellos ha matado a más de dos.

En esa misma conversación Varys habla de la culpa por aquellas personas a las que condenó a arder y minutos después, es Davos quien le recuerda a Tyrion, que fue él quien mató a su hijo … usando fuego, por cierto. La escena en la que hemos visto este intercambio de palabras me ha encantado, nos muestra a un Davos dispuesto a dejar a un lado el dolor. «Last time I was here, you killed my son with wildfire».

Y también por culpa del fuego, el único Tarly que queda es Sam, no sabemos si él lo sabe aún, pero está destinado a convertirse en la cabeza de los Tarly. Supongo que su lealtad estará con Jon y Daenerys. Pues aunque hayan matado a su padre y hermano, Sam, al igual que Davos, es lo suficientemente listo como para mirar más allá de venganzas personales.  De forma sutil y siempre que pasen por alto que  el juramento a la Guardia de la Noche es por vida, acabamos de colocar otra pieza en la mesa.

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Mientras Sam se cansa de copiar libros e idea largarse de la ciudadela,  Gilly está leyendo sobre escalones y cacas (en la ciudadela siempre se las arreglan para mencionar los excrementos de unos u otros), cuando topa con un texto que alude a una nulidad matrimonial y un posterior matrimonio de Rhaegar Targaryen. Sam no le da importancia, pero Sam no sabe lo que sabemos nosotros. Nosotros sabemos que Rhaegar Targaryen estaba casado con Elia Martell, pero realmente amaba a Lyanna Stark, y como consecuencia de esta relación nació Jon Snow. Ahora bien, acabamos de descubrir que la unión de Rhaegar y Lyanna fue una unión legítima, fue una unión matrimonial válida, lo que convierte a nuestro Jon en hijo legítimo de Rhaegar y por lo tanto en un Targaryen con todas las de la ley. Ned se llevó al bebé y escondió la verdad, ocultando la identidad del niño bajo el apellido bastardo Snow. Pero tras la visión de Bran y el descubrimiento de Gilly, no hay dudas al respecto: Jon es un dragón por parte de padre y un huargo por parte de madre, sus progenitores estaban casados y él es un heredero legítimo al trono de Hierro. Es más, su derecho a reclamar el trono es mayor que el derecho de Daenerys. La escena que hemos visto compartir a Jon y Gendry tiene mucha más relevancia de lo que parece, pues son el hijo de Robert y el nieto de Aerys. Claro que mientras que Gendry no ha sido reconocido como Baratheon, Jon consta por escrito como el hijo varón del primogénito del rey Aerys II Targaryen.

Pero si algún incrédulo no lo termina de entender, espero que lo haya visto claro cuando Jon ha compartido un precioso momento con Drogon.

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En un ataque de ingenuidad, creí que Arya estaba conspirando contra Petyr, pero ha sido al revés, y posiblemente es la primera vez que el Petyr de la serie (que no el de los libros) me sorprende con la inteligencia que se le presume. Os explico por dónde iban mis pensamientos: Petyr es el responsable del intento de asesinato a Bran, ese que tuvo lugar con la dichosa daga del episodio de la semana pasada. Petyr envió un cuervo para que ese asesinato se hiciera efectivo. La nota que portaba el cuervo está guardada en algún lugar, porque hace dos episodios descubrimos que en Invernalia todas las cartas se guardan, este descubrimiento hizo que Petyr hiciera un gesto que interpreté como asustado.

Pero no ha sido así, Meñique ha actuado con astucia y ha colocado una carta que Sansa escribió en la primera temporada, palabras escritas bajo coacción en las que insta a Robb a marchar a Desembarco y jurar lealtad a Joffrey. Arya malinterpretará lo que ha leído, porque no conoce a Sansa tan bien como la conocemos nosotros, para los ojos de Arya, Sansa sigue siendo la niña tonta y frívola de la que se separó en Desembarco. Las hermanas no se llevaban bien cuando eran dos niñas que vivían en un mundo lleno de comodidades y no se llevan bien ahora, pese a todo lo que han vivido, pese a todos los desastres que han superado, pese a que se han convertido en personas diferentes, siguen teniendo una absurda animadversión que el listo de Petyr está utilizando para su beneficio.

Me gusta que sea Arya quien cae en las redes de Petyr. Es agradable ver un triunfo para los adultos en una serie donde casi siempre ganan los adolescentes o los niños. Además creo que la escena no ha estado mal llevada, pero quizás hubiera estado aún mejor sin mostrarnos el rostro de Meñique en el último momento. Ya sabíamos que la pequeña asesina había caído en la trampa, no hacía falta mostrar el paralelismo del rostro de Petyr entre las sombras, como minutos antes habíamos visto el de Arya. En ese momento ya nos habíamos dado cuenta de que el «espiado» es mucho mejor espía.

Arya respeta y ama más a Jon que a su hermana y le molesta que Lady Stark muestre un liderazgo sólido, lo cual no tiene sentido, porque según las reglas con las que Arya ha crecido, al frente de Invernalia debe sentarse un Stark y no un Snow. Todo esto me hace caer en la cuenta de que Arya no es una verdadera Stark, está en Invernalia, pero no está en su casa. Es una joven que ya no tiene derecho a considerar Invernalia como su casa, porque es Nadie. Se ha esforzado mucho por dejar de ser Arya Stark y en el punto en el que estamos,  ya no lo es. Tal como le dijo a Nymeria, la huargo, ya no es ella, porque ha cambiado y porque no es nadie. Es No One.

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Tyrion y Varys creen en el mundo que promete Daenerys y aunque no ven con buenos ojos lo de quemar a la gente, siguen siendo fieles a la madre de los dragones. Y por primera vez en lo que llevamos de temporada, Tryion toma una decisión inteligente y decide recoger pruebas de lo que está pasando en el norte y mostrarlas en el sur, con el fin de convencerlos de una vez de dirigir sus fuerzas a donde realmente importa. A esta misión se apunta el bueno de Jorah, quien protagoniza un emotivo encuentro y una más emotiva despedida, pues apuesto a que esta vez, sí que se ha mirado a Daenerys por última vez.

La escena que comparten los dos hermanos Lannister debería haber estado llena de tensión, son dos de los personajes más potentes de la serie y de ellos depende el futuro de mucha gente. Pero la reunión me ha parecido fría y demasiado breve. Se supone que Tyrion se reúne con su hermano para hablarle de los white walkers, pero esperaba ver algún gesto de perdón, reconciliación o cualquier cosa que me haga pensar que no se limitaron a acordar que Cersei acepta reagrupar a sus soldados y mercenarios mientras Dany vence a un enemigo en el que Cersei no cree.

Curiosamente, el único grupo que no tiene que parar para dormir, comer o evacuar es el que se mueve con más lentitud. Mientras que casi la totalidad de la serie se está pasando los mapas y los tiempos por el fondo de las alforjas, acostumbrándonos a unos personajes que cubren el mapa entero de Westeros en media jornada y les da tiempo a llegar a casa para la cena, los muertos avanzan lentamente hacia el sur y parece que no van a llegar nunca. No he querido aludir a estos rapidísimos viajes en lo que llevamos de temporada, porque me parece una licencia necesaria a estas alturas, en mi opinión es positivo sacrificar la coherencia de las distancias para otorgar ritmo a la historia, pero parece que las reglas de súper velocidad que tienen todas las casas de Westeros, dejan de ser de aplicación una vez que se cruza al Muro.

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Veremos si nuestros siete magníficos van tan lentos como los malos o no. Me gusta esta inesperada reunión de siete personajes que no tienen nada en común. Lo que sí es cada vez más común, es que bajo el liderazgo de Jon se unan personas que se odian entre sí. Esta vez tenemos a Tormund odiando a Jorah, porque el padre de Jorah asesinó a amigos de Tormund y Gendry odia a la Hermandad sin Estandartes por haberlo condenado a morir.  Jon es el mismo hombre que consiguió una alianza con los temibles salvajes, pero es que realmente lo hace bien, su «were all breathing» no podría haber sido más convincente.