The West Wing: La política ideal

The West Wing: La política ideal

 

Hace unos días he terminado de ver una de esas series clasificadas como must see, es decir, de obligado visionado para cualquier seriéfilo: The West Wing, traducida en nuestro país como El Ala Oeste de la Casa Blanca. Me ha llevado un tiempo (un factor decisivo han sido sus 7 temporadas de 22 capítulos cada una), pero por fin puedo decir que la he visto, y aquí os dejo mi opinión sobre la misma.

La política es algo muy presente durante todos los días de nuestra vida. Desde las noticias de aprobaciones de nuevas leyes por parte del Gobierno, reformas (o mejor dicho recortes), hasta los escándalos de corrupción que día tras día aparecen en todo el territorio nacional, a mayor o menor escala. The West Wing es una serie sobre política (obviamente), creada por Aaron Sorkin, pero que nada tiene que ver con la que se practica en nuestro país, y tampoco mucho con la que se lleva a cabo en Estados Unidos.

Sorkin refleja en la serie su idea de política ideal, la cual dista mucho de la que en la realidad se da día a día. Una política que tiende la mano a otras ideologías, buscando el consenso de forma casi idílica. Algo por ejemplo impensable en nuestro país, donde Gobierno y oposición no son capaces de ponerse de acuerdo en prácticamente nada, y cuando lo hacen, normalmente acaban perjudicando a la mayor parte de la población con sus medidas. En The West Wing, son numerosas las ocasiones donde el Gobierno demócrata liderado por Josiah Bartlet (Martin Sheen) llega a acuerdos con los republicanos, e incluso contrata a miembros del partido de los elefantes para que formen parte del equipo de gobierno. De nuevo, esto es algo demasiado extraño y destacable para que pueda a pasar en la realidad. La serie nos ofrece numerosas muestras de una política basada en el consenso y el diálogo; las decisiones son tomadas siempre a través de discusiones, intercambios de parecer, tormentas de ideas, y pese a tener reticencias en ciertas ocasiones (como es normal), tendiendo la mano al otro partido.

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La idea política de la serie, así como el tono en el cual se expresa y se cuenta, hacen que muchas veces pienses «qué bonito es todo»; incluso cuando la serie se pone seria a causa de determinadas tramas, siempre piensas que la situación se resolverá favorablemente. Dicho de otra manera: usando un ejemplo con colores, The West Wing se movería en un tono blanco, sin apenas grises, mientras que House of Cards (por mencionar otra serie de temática similar) ya se situaría en la zona de gris oscuro, casi negro. La de NBC es demasiado idílica e idealista (reflejo de la visión de Sorkin), mientras que la de Netflix llega a cuotas muy altas en cuanto a lo inquietante. Pero esto es tema de sobras para otro post, por lo que no me extenderé más.

Algo destacado de la serie es su elenco principal. Como figura más importante, tenemos a Martin Sheen, encarnando al Presidente Bartlet. A pesar de ello, la serie no se enfoca esencialmente en él; la prueba la tenemos muy pronto, ya en el piloto. En el primer episodio, el último personaje del elenco principal en salir es él, ya que antes nos presentan a todo el equipo de gobierno del Ala Oeste. El punto fuerte de la serie, es ver qué se cuece entre bambalinas en el edificio más importante de Estados Unidos (y probablemente del mundo), con los diferentes trabajadores que, al fin y al cabo, son piezas esenciales para la presidencia de Bartlet. Son un complemento perfecto para un Presidente de los Estados Unidos magnífico y brillante, interpretado de forma magistral por Martin Sheen. Un líder que ojalá existiese en la vida real.

Jed Bartlet

En cuanto a los nombres que conforman el elenco principal, destacan la genial Allison Janney (Mom, Masters of Sex), como C.J. Cregg, Secretaria de Prensa de la administración Bartlet; John Spencer, como Leo McGarry, mano derecha de Bartlet y Jefe de Gabinete; Bradley Whitford (Studio 60 on the Sunset Strip, Transparent), como Josh Lyman, el Jefe Adjunto de Gabinete, encargado del funcionamiento adecuado y eficaz de la burocracia en la Casa Blanca; Richard Schiff (Manhattan, Ballers) como Toby Ziegler, Director de Comunicaciones del gobierno de Jed Bartlet; Dulé Hill (Psych), como Charlie Young, becario que Jed designa como ayudante personal; Rob Lowe (Californication, Parks and Recreation) interpretando el papel de Sam Seaborn, Director Adjunto de Comunicaciones; Janel Moloney (The Leftovers, The Blacklist), como Donna Moss, asistente de Josh Lyman al comienzo de la serie; o Stockard Channing (Grease, The Good Wife), como la esposa de Jed Bartlet, Abbey. Más adelante, se incorporarán al elenco principal actores como Joshua Malina, Jimmy Smits, Alan Alda… Además de apariciones de numerosas caras conocidas en el mundo de la televisión y el cine.

Si tuviera que quedarme con alguno de los personajes principales, (tarea difícil porque todos ellos son grandes personajes), me quedaría con Josh Lyman y C.J. Cregg. Eso sin olvidarse del Presidente, pero él ya es categoría aparte. Toby Ziegler es otro personaje destacadísimo y magnífico, así como Leo McGarry, genial en su papel de Jefe de Gabinete de Bartlet. La serie tiene un elenco magistral, y ayuda a paliar el desgaste a lo largo de las temporadas.

Josh Lyman

Y digo desgaste porque una serie con 154 episodios, es normal que tenga alguna fase de menos nivel. Es imposible mantenerse en la excelencia durante tanto tiempo. Si a eso le añadimos que al final de la cuarta temporada, Aaron Sorkin, su creador, se marchó debido a diversas circunstancias, pues es lógico que la serie pierda un poco. Pero con el paso del tiempo, corrige esa tendencia, para finalizar en un buen estado de forma, aunque para mí, nunca recuperó el nivel de las primeras temporadas. No obstante, la parte final de la serie (sexta y séptima temporada) gana enteros gracias a un enfoque nuevo, dirigido a mostrar desde dentro las elecciones presidenciales de Estados Unidos, desde las primeras campañas hasta la definitiva y más importante. Si bien en ocasiones puede hacerse pesada, esa fase nos deja momentos magistrales, como el debate entre los candidatos republicano y demócrata a la presidencia, una auténtica lección de 45 minutos sobre cómo llevar a cabo magníficamente un debate sin ningún tipo de restricciones de tiempo y estructura, simplemente el intercambio de ideas y argumentos entre candidatos. Antes de finalizar, tengo que mencionar el mejor capítulo de la serie, in my opinion, Two Cathedrals, la Season Finale de la segunda temporada. Es un capítulo soberbio, con un Martin Sheen absolutamente genial, y uno de los mejores episodios de series que recuerdo.

Una vez finalizada la serie, debo decir que para mí, se queda a las puertas de entrar en la clasificación de las series top, pero se queda fuera por muy poco. Se queda tan cerca, que estoy seguro que en muchas clasificaciones la veréis como una de esas series top, porque va en función de la valoración personal de cada uno. Es un producto de enorme calidad, una de las mejores series hechas, pero para mí, no llega al nivel de titanes como The Wire, The Sopranos, Six Feet Under, etc. También diré en su defensa, que muchas de las calificadas como top, fueron series de cable, con una categoría y medios superiores a los que tuvo The West Wing en una cadena de network como es NBC, por lo que tiene mérito enorme que fuera un producto tan bueno, y que compitiese con esos gigantes, llegando a ganar cuatro años seguidos el Emmy a Mejor Drama (2000-2003), por ejemplo.

Muy recomendable si te gusta el género político, pero si eres de los que no puede ver a Sorkin, mejor que veas otra cosa, porque no te va a gustar nada de nada. La serie no hace sino reflejar, como ya he dicho antes, su visión de lo que debería ser el funcionamiento de la política americana. No obstante, merece que todo seriéfilo le dé una oportunidad, por la enorme calidad que atesora, y por grandes momentos y episodios que deja a lo largo de la misma. Además, siempre te queda, una vez que la ves, decir con orgullo «Yo he visto The West Wing».