Mad Men: Mi carta de despedida de la serie

Mad Men: Mi carta de despedida de la serie

El domingo se despidió en USA una de las series que ha marcado una época en la televisión; en nuestro país, Canal+ emitió el final con 24 horas de diferencia, el lunes por la noche. Yo me despedí de ella ayer. Y muchos de vosotros también lo habéis hecho ya, o quizá todavía no; o lo que es peor, ni siquiera habéis comenzado a ver la magnífica serie que es Mad Men. Sea como fuere, quiero despedirme como toca, agradeciendo a Mad Men por estas siete temporadas, que han convertido a la serie en una de mis favoritas, y de lo mejor que he visto en mis años de existencia.

A partir de aquí, los spoilers sobre el final de la serie son recurrentes, por lo que si no has visto el final, es recomendable no seguir leyendo

Gracias Mad Men. Gracias por presentarme a uno de los mejores personajes de la historia de la televisión, como es Don Draper, al que poco a poco he ido conociendo mejor, tratando de discernir lo que había tras la máscara con la que se movía entre la sociedad de los años sesenta, como publicista destacado al comienzo, pero como uno de los mejores publicistas vivos al final de la serie, ya en la década de los setenta. Porque no sólo me has mostrado lo enorme que era haciendo su trabajo, también me has mostrado a un personaje con defectos, con muchos. Mujeriego, fumador y bebedor empedernido, un marido pésimo, una figura paterna que dista mucho de ideal. Y aún más, un personaje que se ocultaba en otra identidad, que adopta tras una guerra que le marcó para siempre. Dick Whitman no es para nada como Donald Draper, y esa lucha por definirse a sí mismo es uno de los pilares que fundamentan a la serie, que culmina en estos últimos siete maravillosos y geniales capítulos que nos ha dejado la AMC en 2015. El punto de ruptura se produce cuando él se da cuenta de que no tiene nada en su vida, a pesar de tenerlo todo, aparentemente. Una mujer guapísima, tres hijos de su primera mujer, rico, con un empleo con el que muchos sueñan y nunca conseguirán. Todo eso, no es más que una fachada, que le ha ido haciendo mella poco a poco, hasta que finalmente decide dejar atrás todo ello, para encontrarse a sí mismo. En el último tramo de la serie, Don va desintegrándose poco a poco, deshaciéndose de las capas que lo forman, hasta quedarse con lo puesto tras haber cruzado el país, en busca de su conexión con el pasado y dar ese paso adelante hacia una nueva persona. Tal vez no Dick, ni tampoco Don; algo mejor, con lo que sentirse bien consigo mismo. Mad Men cierra la serie con un final abierto a interpretación personal de cada uno, con esa imagen de un Don/Dick feliz, por primera vez en mucho tiempo, y ese anuncio mítico de Coca Cola (verídico por cierto). Cada uno que escoja como termina la serie. Yo me quedo con que él ha sido capaz de librarse de todas sus ataduras, para crear algo único e irrepetible. Y no hablo del anuncio; hablo de la culminación de Mad Men como una de las obras maestras televisivas de nuestro tiempo. Por todo ello, gracias.

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Gracias Mad Men. Gracias por mostrarme como, en una sociedad machista y retrógrada como eran los sesenta americanos, podían florecer tres maravillosos personajes femeninos, cada una de ellas muy distinta, pero sencillamente geniales. Peggy Olson puede que sea uno de los mejores personajes que he disfrutado, desde luego tengo claro una cosa: experimenta la mejor evolución de un personaje femenino en una serie, con permiso de la gran Alicia Florrick o Ruth Fisher. Peggy comienza en el último peldaño de la cadena corporativa, una secretaria más, sin aparentemente otro destino que el de servir siempre a sus jefes, o a la sombra de un hombre. No obstante, poco a poco, va abriéndose paso en ese mundo tan machista, y tan competitivo como es la América corporativa, hasta alcanzar la misma posición, e incluso mejor, que muchos hombres. Peggy renuncia durante la serie a algo más que no sea su trabajo, a pesar que durante la misma, la idea de formar una familia siempre está ahí, pero siempre termina desechándola para centrarse en su carrera, para labrarse un nombre y una posición. Por eso me parece maravilloso que finalmente decida que hay algo más en la vida que el trabajo, como le dice Stan; que siempre ha estado ahí, aunque ella no se diese cuenta, apoyándola, ayudándola, colaborando con ella, siempre dispuesto a echarle una mano sin que ella notase que poco a poco, iba convirtiéndose en una de las personas más importantes de su vida. Me alegro mucho por ellos dos, porque tras todo el camino recorrido en solitario que ha tenido que hacer ella, es bonito saber que tiene una mano amiga al final del mismo, una con la que siempre puede contar. No pasaré a otro personaje sin antes mencionar, que la relación Don-Peggy nos ha dejado momentos maravillosos. Nunca ha sido una relación sentimental, nunca lo ha necesitado. Con episodios como el 4×07 (The Suitcase), o el final del 7×06 (The Strategy) con el My Way de Sinatra sonando de fondo, no necesita nada más. Sus momentos siempre serán una de las mejores cosas que construyó la serie a lo largo de sus siete temporadas, y por ello te doy las gracias.

Mad Men - 7x06 - The Strategy - Jon Hamm, Elisabeth Moss (Don Draper, Peggy Olson) - kiss, dancing, beso, baile Sinatra

Otra mujer asombrosa de la serie es Joan Harris. Como Peggy, también comienza en una posición de pleitesía ante un hombre, pero no se rinde, y lucha como su compañera por abrirse camino y ascender en las posiciones de la empresa americana. Siempre buscando su lugar en el mundo, lucha como la que más por lograr sus objetivos; con un hijo pequeño y siendo madre soltera, finalmente lo encuentra, dirigiendo una empresa de producción, renunciando a una vida hedonista con un hombre que le ofrece una infinidad de posibilidades, pero que se muestra egoísta con respecto a los intereses de ella, lo que le deja claro el camino a tomar. Por ello, decide continuar su camino sola, como la mujer independiente y fuerte que nos ha mostrado la serie que es, y en la América de los setenta, tiene un mérito impresionante. Además, logra también algo que creo que es muy importante: no es necesario ser una sílfide para ser un icono sexual. La exuberante Joan demuestra una vez más que la belleza no conoce de tallas, pesos o medidas. Lo que importa es la persona que hay, dejando a parte los factores externos. El atractivo del personaje de Joan, al margen de su aspecto exterior, ha sido su construcción a lo largo de la serie; y por esa construcción, te doy las gracias.

No me voy a ir sin hablar de Betty Draper, o Francis al final de la serie. Pese a quedarse siempre anclada aparentemente en el papel de madre y ama de casa, devota a su marido, también trata de romper esos esquemas encontrando su propio lugar en el mundo, poco a poco y haciéndose hueco en una época en la que estaba demasiado bien visto el ser madre de familia. Es el personaje principal que tiene un destino más cruel, pero no por ello deja de ser un final lógico; con lo que fuman todos, lo normal es que alguien terminara por pagar el precio, y en esta ocasión ha sido ella. Hasta el final, se muestra fiel a sí misma, aceptando el fatal destino, decidiendo irse de la forma que ella elige, a su manera; con momentos a sus espaldas como la famosa escena de la escopeta, absolutamente maravillosa. Por estas Mad Women, muchas gracias.

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Gracias Mad Men. Gracias por personajes tan únicos y diferentes como Roger Sterling, que es la nota alegre y divertida de esta serie, dentro de tanto drama; Pete Campbell, un personaje al que al comienzo de la serie odias pero que terminas por cogerle cariño y alegrándote por ese final que tiene; el entrañable e inigualable Bert Cooper, cuya despedida es una de los mejores momentos de la séptima temporada, y de la serie. Y gracias por muchos otros personajes, como los hijos de Don y Betty, destacando sobretodo a Sally, cuya evolución es otra de las mejores cosas que nos dejó la serie; Megan, Ed, Harry, Lane Pryce, e incluso algún personaje que muchos no recordarán, como Salvatore Romano, uno de los protagonistas de las primeras temporadas de la serie. Muchas gracias por un abanico de personajes tan rico y variado, en el que no hay ninguno que deje indiferente al espectador.

Y sobretodo y más importante. Muchas gracias Mad Men, por mostrarme que una serie no necesita ser rápida y ágil para contar algo, que simplemente necesita tomarse su tiempo para contar lo que tiene pensado contar, y además haciéndolo a la perfección, a su manera.

Muchísimas gracias Mad Men, se te echará de menos.

Firmado, un espectador agradecido.