House of Cards (4T): el ala oscura de la Casa Blanca

House of Cards (4T): el ala oscura de la Casa Blanca

No hay nada como un señor parón de series en Marzo para ponerse al día y devorar temporadas nuevas de las producciones de Netflix, sobre todo cuando las expectativas han decrecido tras una temporada anterior que pese a no ser mala si que fue decepcionante. Estamos hablando de la 4ª temporada de “House of Cards”, cuyo estreno no había despertado el hype de otros años, ya sea por la citada temporada anterior o por la cercanía de la segunda temporada de “Daredevil” de la que ya os ha hablado nuestro compañero Daniel Bernat. Nosotros ya la hemos visto y tras el salto está nuestra opinión.

Este artículo es sin spoiler, pero aunque no se revelen hechos importantes de la trama si que se comentan por encima algunos detalles. Si alguien es muy sensible tal vez debería leer una vez acabada la temporada.

“House of Cards” ha vuelto en todos los sentidos, este año la serie ha corregido los errores de una tercera temporada que pesé a tener destellos de alta calidad, se vio empobrecida por una lentitud exasperante y una trama global poco solida.  Desde un primer momento se nota que los guionistas han querido reconciliarse con el público, y sin obviar la continuidad de la trama, han ido cerrando los cabos sueltos de la ascensión al poder de Frank que tanto echamos de menos el año pasado.

La primera mitad podría pasar por episodios de las 2 primeras temporadas, la serie recupera el aroma, las tramas y los sorprendentes giros de sus comienzos para que volvamos a creer en la serie que no hace mucho era el producto estrella de Netflix. Unos 6 episodios magníficos que cerca están de ser uno de los mejores tramos de toda la serie, con una Claire Underwood que no desentona protagonizando la serie por delante de Frank. Amén de una interpretación brutal por parte de Robin Wright.

Tal vez la segunda mitad sí que ha sido más cercano a lo visto en 2015, más por dinámica que por argumento, pero a pesar de volver a un ritmo más lento, el cara a cara entre los personajes de Spacey y Joel Kinnaman se hace mucho más llevadero que el “America Works”. Siendo el personaje de Kinnaman el contrapunto perfecto a Frank que intentó ser Petrov y no pudo.

Pese a todo, el entretenido pero no brillante tramo final pega un gran subidón gracias a la eclosión de las tramas secundarias que se han ido desarrollando durante la pugna presidencial entre Underwood y Conway, regalándonos unos 2 últimos episodios que son el broche final perfecto para una temporada redentora para la serie.

También quiero comentar el que sin duda me ha parecido el acierto supremo, que es el recorte de la duración de los episodios. Los capítulos de 55 o 60 minutos han sido suplantados en su mayoría por unos de 40-45, aligerando más las tramas y logrando que la serie sea más fácil de ver y mucho menos densa.

En definitiva la cuarta ha sido una temporada en la que han aprendido de los errores pasados y en el que drama político por excelencia en los último años ha recuperado aquello que la hizo ser una de las mejores series de 2013 y 2014.