El alma de God Friended Me

El alma de God Friended Me

Hace unos días, vi una publicación de uno de estos críticos tan destacados de series y películas en nuestro país, que decía que no tenemos que despreciar ni minusvalorar aquellas ficciones que nos traen un caso por semana, que se resuelve y quedamos todos tan tranquilos a su conclusión (las llamadas procedimentales). Tiene gracia, porque la mayor parte de todos los que pertenecen a ese gremio suelen irse siempre a lo de cable por defecto (HBO, Netflix, AMC, Showtime…), y apartando los productos de network (ABC, CBS, The CW, FOX, NBC). Es una coincidencia curiosa, porque yo estos días me he puesto al día con una serie de este estilo, a la que en su momento no le presté atención, y que me ha ganado sin yo esperarlo para nada.

God Friended Me parte de una idea un tanto peculiar. Un día cualquiera, Miles Finer, que lleva un podcast llamado The Millennial Prophet (El profeta milenial en castellano), en el que reivindica su vida como ateo y no creyente, recibe una solicitud de amistad por Facebook de alguien que se hace llamar Dios. Esta cuenta, aparentemente anónima, le va enviando sugerencias de amistad de otras personas, para que Miles les ayude, porque todas necesitan que alguien esté ahí para ellas en ese momento de sus vidas, y “Dios” quiere que Miles sea quien asista a todas estas personas en este punto crucial. Cada semana, Miles recibe una sugerencia distinta, y nos adentramos en un caso distinto, respondiendo a la estructura procedimental clásica.

Pero claro, lo que no me imaginaba jamás es que todas las historias que nos cuentan, o prácticamente todas, fueran capaces de llegarme tanto y de calarme tan hondo. Tocando una gran variedad de temas distintos, tales como divorcios, pérdidas, familias que se reencuentran, situaciones laborales límite, problemas financieros… God Friended Me consigue que dramas que podrían ser considerados de a pie, aquellas cosas por las que las grandes esferas no perderían ni un minuto en intentar solucionar, tengan a alguien que responda a la llamada de los que más lo necesitan, cuando no creen que haya nadie escuchando. Miles, con la ayuda de sus amigos Rakesh y Cara (ella es una de las primeras sugerencias de amistad de la serie), se convierten en los ángeles de la guarda de muchísima gente que nos han ido presentando en esta temporada y media de vida de la serie, y siempre desde una perspectiva positiva y optimista, que hace que God Friended Me haya pasado a ser uno de mis «happy places» por derecho propio. El alma que tienen todas y cada una de las historias logran que el espectador se involucre en lo que está pasando, y quiera ser partícipe de las vivencias de los protagonistas de la ficción de CBS, algo que no muchas series son capaces de lograr.

Una de las cosas que también me gustaría destacar es que, pese al punto de partida procedimental, logran darle un mayor empaque al conectarlo todo. Y es que, Rakesh, el gran amigo de Miles, aporta al grupo sus habilidades de hacker y experto informático, y mientras el profeta milenial se involucra de lleno en tratar de resolver los problemas de las sugerencias de amistad que va recibiendo, él comienza a indagar en esta misteriosa cuenta para tratar de encontrar a la persona que mueve los hilos y desenmascararlo/a. Evidentemente, van topándose con dificultades en el camino, y no es tarea sencilla averiguar la identidad de esta persona, pero es que además descubren que todas estas sugerencias no son tan aleatorias como podrían imaginar, y van relacionándose unas con otras con el paso de los episodios. Es decir, salvando las distancias (pero que mucho), podríamos decir que la serie logra hacer lo que hizo en su momento Person of Interest: casos en los que Reese y Finch intervenían porque La Máquina les iba pasando la información, que parecían inconexos de entrada, pero que terminaron por mostrarnos una mayor cohesión de la que inicialmente esperábamos todos. Obviamente, God Friended Me se parece a la ya finalizada ficción lo que un huevo a una castaña, pero valoro el esfuerzo de querer nutrir su mitología principal a base de trazar vínculos entre las diferentes historias que nos han ido presentando, además de plantear a los protagonistas trabas durante su investigación hacia la revelación de la verdadera identidad de “Dios”. Era una de las cosas que más me gustaba de Person of Interest, que acabó por dejar bastante de lado su estructura meramente procedimental, y logró conformar un producto de gran personalidad dentro del mercado de las cadenas network, y que God Friended Me también haya optado por esa opción ha sido una de las razones que más me ha convencido para seguir viéndola.

Otro motivo que me ha sorprendido es que no siempre acaban bien estas historias. A ver, os soy sinceros: el 99% de las mismas tienen un bonito mensaje al final, se cierran de maravilla, y todos contentos. ¡Pero! Ya en esta segunda entrega, hay un caso (no especificaré cuál) que no termina bien, y casualmente es uno crucial para el desarrollo de la serie en sus siguientes episodios, y veremos qué pasa una vez que regrese la serie de su parón (nuevos capítulos a partir del 6 de enero). Que hayan abierto la puerta a que no siempre tiene que terminar en final feliz para Miles y la gente que ayuda me ha gustado mucho, y creo que le da un empaque realista a todo esto porque, a pesar de que el chaval tiene las mejores intenciones y es una serie de ficción, seamos claros, todo en esta vida no siempre le sale bien a la gente; es más, casi siempre sale bien en ciertos casos, y God Friended Me apuesta por hacer que esto también se muestre en la serie.

En cuanto a los personajes, es muy fácil ver esta serie porque todos los personajes son seres de luz. Hay momentos en que a alguno te gustaría decirle un par de cosas, porque son humanos y se equivocan, pero es relativamente sencillo que te caigan todos bien. Normalmente, siempre habrá alguno de los miembros del reparto que no tragues, por lo que sea, bien por el intérprete en cuestión, o por el rol del personaje en cuestión, pero es que God Friended Me ha conseguido aunar un elenco de actores y actrices que dan vida a personajes que no tienen un ápice de maldad y son un derroche de bondad continuo, a los que solo quieres que les vaya todo genial en la vida y no les pase nada malo. Que logres empatizar con todos ellos durante la serie con sus diferentes vivencias, es algo que cuesta encontrar hoy en día en televisión. Además, la irrupción de Joy al comienzo de la actual temporada cambia el escenario de una manera inesperada, y de haber querido continuar con el esquema de este inicio de entrega, creo que tampoco hubiera pasado nada, y habría funcionado también. Choca un poco, pero al final me acabé acostumbrando, y apostaría a que sus seguidores les pasó lo mismo.

Es increíble que esta serie logre enganchar tanto como lo hace. Parecerá una tontería, pero es la ficción que más ganas tenía de ver estos días, por delante de muchas otras con más nombre o más importancia a día de hoy, ya que su capacidad para dejarme una sonrisa en la boca tras cada episodio, y de que cada historia tenga tanto corazón detrás, no es tarea sencilla y no todas son capaces de hacerlo. God Friended Me ha sido una de mis particulares sorpresas en el final de este 2019, y estoy deseando que empiece 2020 para ver más de Miles y compañía, que se ha quedado la trama en un punto muy interesante, la verdad. Si no sabéis qué serie nueva empezar a partir de mañana, os recomiendo que le deis una oportunidad a esta ficción, que os ganará por el alma tan grande y buena que tiene.