La Peste, otra forma de hacer televisión en España

La Peste, otra forma de hacer televisión en España

Tenía marcado en el calendario de estrenos de este mes de enero el lanzamiento de La Peste, serie española producida por Movistar Plus y que se convierte en la tercera en cuestión de cuatro meses (no cuento el spin-off de Velvet) que la compañía ha emitido. Tras ver La Zona semanalmente y gustarme lo que vi, decidí que la siguiente iba a ser la ficción creada por Alberto Rodríguez y Rafael Cobos, que ya en sus etapas iniciales me llamó la atención. Tras terminar de ver la temporada, creo que el resultado ha sido bastante satisfactorio.

Nos trasladamos a la Sevilla de finales del siglo XVI, una ciudad que en aquella época era la puerta de entrada al Nuevo Mundo y una de las más importantes de nuestra Península. Además, es la etapa de plena efervescencia de la Inquisición, que por supuesto también nos muestra esta serie. En este contexto, nos encontramos con Mateo (Pablo Molinero), un ex militar que viaja hasta la ciudad hispalense para honrar la promesa que le hizo a un viejo amigo y sacar de allí a su hijo. No obstante, al llegar se verá envuelto en la que será la trama de la temporada, que él mismo tendrá que resolver como si de una novela de detectives se tratara, y el marco para ello es una urbe asolada por una epidemia de peste negra.

El piloto creo que es una presentación más que correcta de los personajes y de la trama, aunque sí es cierto que ésta va desarrollándose poco a poco con el paso de los episodios, sin mostrar todas sus cartas en el capítulo inicial. La Sevilla que vemos es un retrato crudo, sucio y sin filtros de la sociedad de una época de muchas riquezas y gloria, pero también de pobreza, enfermedad, corrupción y desigualdad, y salvo un par de personajes que viven en una posición social más elevada, la mayor parte del elenco forma parte del sector social más empobrecido y afectado por esa diferencia de poder entre las clases que componían el status quo de aquel tiempo. No obstante, a través de esta imagen que nos ofrece La Peste, hay cosas que podemos identificar con nuestros días, y que ya en aquella época estaban presentes en España. Además, el trabajo técnico que hay detrás de la serie es soberbio, que nos mete de lleno en lo que nos quieren contar desde el minuto 1, siendo capaces de sumergirnos en las sucias calles de una Sevilla afectada por una terrible enfermedad.

Sobre el reparto principal, aparte de Mateo tiene mucho protagonismo el hijo de su amigo, Valerio (Sergio Castellanos), así como Luis de Zúñiga, interpretado por Paco León, y quizá el actor que más llame la atención a la hora de comenzar la serie… o tal vez de ignorarla. Acostumbrado a verle en papeles más desenfadados o cómicos, tengo que decir que me ha sorprendido su actuación encarnando a este personaje, que es importante en el desarrollo de la temporada, sobre todo por su amistad con Mateo, a quien presta ayuda durante la misma. También tenemos a Teresa Pinelo (Patricia López Arnaiz), una noble y que es la viuda del amigo de Mateo, que busca su propio camino y su propia identidad en el contexto medieval que nos ofrece la ficción, donde el papel de la mujer era menospreciado y dejado de lado, con el hombre siempre como figura superior. El principal nombre que encarna a la institución religiosa es Celso de Guevara, a quien da vida Manuel Solo y que aquellos que vimos La Zona reconocemos, además de ser un actor con una amplia trayectoria en el panorama español. El inquisidor es otra pieza clave del entramado que plantea La Peste, y encima está interpretado a las mil maravillas por este actor, con lo cual, todos salimos ganando en este sentido.

Probablemente, si la serie no quisiera continuar, para mí no supondría ningún problema. La trama que plantea tiene inicio, desarrollo y conclusión, y como tendrá una nueva temporada la veré sin dudarlo, pero tampoco veía necesaria su renovación. Al igual que La Zona, La Peste repite con una trama bastante cerrada (por no decir completamente cerrada) en su final de temporada, al contrario de lo que estamos habituados los seguimos series estadounidenses, ya que es raro aquella serie que dé por terminada su temporada con un capítulo que se podría considerar un cierre final. Ambas ficciones podrían terminar su periplo en Movistar Plus sin ningún problema, y creo que eso es un acierto, dado que el espectador que tras acabar sus respectivas temporadas no le haya convencido lo que ha visto, bajo mi punto de vista puede abandonar el barco sin ningún problema y sin miedo a que se hayan guardado un as bajo la manga o deseen estirar el chicle con una trama inacabada; lo que vemos en sus temporadas de estreno es lo que hay, hasta el punto de que casi las consideraría miniseries en lugar de series al uso. Hoy ha dado a conocer la compañía que La Peste regresará el año que viene con su segunda temporada, lo cual es una gran noticia pero, como decía antes, no me hubiese llevado un disgusto enorme si no volviera (de La Zona todo parece indicar que habrá, pero no hay confirmación oficial).

Hay algo más que quisiera destacar: su duración, tanto en su número de episodios como en el tiempo de cada episodio. Estamos acostumbrados a ver en España ficciones que superan la hora, con temporadas largas que muchas veces son innecesarias y encima, en algunas cadenas, con pausas publicitarias que te desconectan de lo que estás viendo durante un buen rato. La primera temporada de La Peste está compuesta por seis episodios, que ninguno supera los 55 minutos y algunos se aproximan al formato habitual en las cadenas públicas de Estados Unidos, los 40-43 minutos, y no por ello disminuye su calidad ni la trama se ve afectada por este hecho. La manía de las cadenas españolas de realizar ficciones que superen la hora de duración en la mayor parte de los casos es contraproducente (sigo fascinado por cómo El Ministerio del Tiempo ha sido capaz de salir airosa), y ver que La Peste ha realizado una apuesta de calidad en un formato más normal y que debería ser el que se siguiera también en España, da esperanzas a aquellos que pensamos que en nuestro país tenemos mucho potencial, pero en muchas ocasiones se ve desaprovechado o maltratado por decisiones como esa. El ejemplo de La Peste, al igual que el de La Zona, debería ser suficiente para demostrar que es posible hacer una ficción de calidad en España sin necesidad de someterse a los estándares habituales.

Movistar Plus ha comenzado este 2018 pisando fuerte, dejando claro que sus ficciones son productos de calidad y a tener en cuenta en nuestro panorama televisivo, y encima marcando unas pautas que confío en que las cadenas españolas copien con el paso del tiempo, todo ello acompañado de una historia que engancha y que está muy bien desarrollada con el paso de los episodios, con el incentivo de que tan solo tiene seis episodios, lo que la hace perfecta para una sesión de maratón para aquellos fans de esta modalidad de visionado, o para ir disfrutándola poco a poco, saboreando cada capítulo.