Recordando Gilmore Girls

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Por fin. Después de meses de fotos promocionales, promos, teasers, trailers, después de ¡nueve años!, la próxima semana tendremos por fin de vuelta a Lorelai y Rory, a ellas, a las chicas Gilmore. Netflix (¿quién si no?) nos trae cuatro especiales, uno por cada estación del año, y que van a llevar como título A year in the life (no soy la única que ve ahí la referencia a los Beatles, ¿no?). Pero si viste la serie hace años y no te ha dado tiempo a un revisionado, en este post vamos a tratar de repasar la serie a través de cinco personajes. Con spoilers, claro. Coged vuestras tazas de café y acercaos…

  1. Lorelai. Café y verborrea. Es, sin duda, uno de los mejores personajes femeninos que nos ha dado la televisión, y quien no esté de acuerdo, ya sabe dónde encontrarme. Adolescente incomprendida por sus padres y madre a los dieciséis, es capaz de criar a una hija maravillosa y de, tras mucho esfuerzo, crear desde cero su propia posada. Lo mejor de esta serie para mí está en este personaje; por un lado, los kilos de diálogo fascinantemente insustancial que llegan a salir por su boca, y por otro, la relación con Rory, esa mezcla de hija y de amiga, que todos adoramos y podríamos contemplar durante horas. Ella, con sus defectos, con sus muecas, con sus teorías vitales, es EL personaje de la serie.
  2. Rory. Libros y ojos azules. Y aquí está el Yang del Ying de Lorelai, su complemento perfecto, y la razón por la que seguimos recordando con tanto cariño esta serie tantos años después. Porque vemos crecer a Rory, dar su primer beso, equivocarse, fracasar y al final vencer. Porque todos quisimos que fuera a Harvard, y luego todos quisimos que fuera a Yale. Porque cuando vemos cómo se gradúa, después de todos los Dean, Jess y Logan, siendo ella misma y luchando por lo que quiere, sentimos el mismo orgullo que siente Lorelai, porque en el fondo, es un poco nuestra hija.
  3. Luke. El gruñón de la gorra. Y el shippeo máximo de la serie. Porque aunque Christopher estuviera allí, todos sabíamos que Luke y Lorelai tenían que estar juntos. Porque Luke es una roca: sufre pocos cambios a los largo de los años, pero siempre va a estar ahí cuando lo necesites. Y ese enamoramiento sempiterno por Lorelai, que pasó rachas mejores y peores, es una de las cosas más tiernas en una serie que se caracteriza por su ternura. Él le construyó una pista de patinaje y ella le cantó I will always love you. Si eso no es amor, yo ya no sé.
  4. Richard y Emily. Padres y abuelos. Es curiosa la relación de la serie con estos personajes, porque los vemos desde los ojos de Lorelai y son lo peor, desde los de Rory y son sus abuelitos, y desde la nuestra, que al final nos damos cuenta que ni tanto ni tampoco. Que Emily adora a su hija, pero nunca ha sabido relacionarse con ella, y que su forma de querer, a veces mata. Que Richard, a pesar de parecer al margen de todo, es el que más acaba por preocuparse. Yo solo pienso en que Edward Hermann ya no está, y las cenas de los viernes ya no pueden ser lo mismo…
  5. Stars Hollow. Vale, es trampa y sí, es un cliché, pero es que de verdad que Stars Hollow es un personaje más de la serie. Con su gazebo y su café de Luke. Con las reuniones de vecinos. Con los mil y un festivales y celebraciones. Con Kirk y sus mil trabajos. Con Taylor y sus alardes de grandeza. Con sus Miss Pattys, Babettes, Lanes, Zachs, Sookies, Jacksons, Michels, y hasta sus Paul Ankas. Y aunque tengo infinitas ganas de volver a ver a las Gilmore, y saber qué ha sido de sus vidas, sobre todo tengo ganas de dar un largo paseo por Stars Hollow y sentir que he vuelto a casa.