Victoria: Porque amamos el salseo british

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Hace unas semanas, la cadena inglesa ITV estrenaba Victoria, serie de ocho episodios sobre la susodicha monarca, que entre otras cosas dio nombre a su propia época, fue la abuela de media realeza europea, y solía firmar las cartas como Reina del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda y Emperatriz de la India (tocotó). Tras 63 años de reinado (hito solo superado por su descendiente Isabel II), su vida daba para serie, y la cadena de Downton Abbey, huérfana tras terminar ésta última el año pasado, parece haber encontrado una nueva gallina de los huevos de oro. De momento, habrá segunda temporada. ¿Queréis saber más?

La trama arranca con la joven Drina, que a sus 18 años recién cumplidos, y tras la muerte de tres de sus tíos, se encuentra una mañana siendo la reina de Inglaterra. Así conocemos a la protagonista, cuyo primer acto oficial es determinar que, de ahora en adelante, usará su segundo nombre, mostrándonos desde el principio que con picardía e inocencia a partes iguales, piensa salirse un poco de lo establecido. Al fin y al cabo, es la reina.

Os voy a ser sincera: estoy disfrutando de esta serie mucho más que con la mayoría de estrenos de este año. Los detalles de la vida de esta monarca, que para mí era prácticamente desconocida, me tienen fascinada. Y más al descubrir que la gran mayoría de cosas que vemos en la pantalla ocurrieron en la realidad: el intento de abuso de poder del mayordomo trepa ser John Conroy, el supuesto embarazo de lady Flora, el perrito Dash, la estrecha relación con lord Melbourne… y por supuesto, el amor con Albert. Esta parte sí que me era más conocida, y es que a moñas no me gana nadie.

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La serie comparte con su hermana de cadena esa impecable factura técnica (el vestuario y la escenografía son una delicia); y Jenna Coleman, sin Tardis pero con lentillas azules, está maravillosa en el papel de la pequeña reina. Y si las historias de poder y amoríos de los más privilegiados no son lo vuestro, tampoco faltan las historias paralelas de los sirvientes downstairs (aunque quizás sean las tramas menos conseguidas). Pero estaría dejándome una gran parte de la serie fuera si no mencionara las historias de amor. Las tenemos de todos los colores: prohibidas, entre sirvientes, fracasadas… y algunas que acaban en matrimonio real.

La serie va de Lord Melbourne (Rufus Sewell, ¿Soy yo, o gana atractivo con los años?), consejero y primer ministro de la reina, que parece que quiere quererla y sabe que no puede, y que todos queríamos para Victoria… hasta que aparece Albert. Y de pronto cambiamos de opinión. Aunque en la serie se muestra un poco más reticente, la verdadera Victoria escribió de su primo Alberto:

[Alberto] es extremadamente guapo, su pelo es del mismo color que el mío, sus ojos son grandes y azules y tiene una nariz bonita y una boca muy dulce con unos buenos dientes. Pero el encanto de su cara reside en su expresión, que es muy agradable

Vamos, que le moló. Poco tiempo después se casaban, dando vida así a uno de los grandes romances de la Historia, con veinte años de matrimonio a sus espaldas, nueve hijos y hasta un museo. La serie nos lo muestra paso por paso, desde la reticencia inicial por no querer obedecer lo que su madre quería al inevitable enamoramiento. Pero tampoco deja atrás los problemas de Alberto para encontrar un sitio y una identidad a lado de la mujer más poderosa del mundo. Afortunadamente, eso no fue impedimento para que fuera una de esas extrañas parejas reales que de verdad se quería. O si no, mirad lo que escribió Victoria en su diario en su noche de bodas:

NUNCA, NUNCA he pasado una noche así. MI QUERIDO, QUERIDO, QUERIDO Alberto […] con su gran amor y afecto me ha hecho sentir que estoy en un paraíso de amor y felicidad, algo que nunca esperaba sentir. Me cogió en sus brazos y nos besamos una y otra vez. Su belleza, su dulzura y su amabilidad —nunca podré agradecer suficientes veces tener un marido así— […] que me llama con nombres tiernos como nunca antes me han llamado ha sido una increíble bendición. Este ha sido el día más feliz de mi vida.

Sin duda, esta serie hay que verla sabiendo lo que vamos a ver. Sabiendo que es una serie de época, que hay mucho drama aristócrata, mucho romance y mucho espíritu british. Pero si sois de los que como yo que disfrutáis de este tipo de historias, no os arrepentiréis de empezar Victoria. Os dejo por aquí la intro para que os entren ganas de gobernar el Imperio Británico.