CRÍTICA: BEN - HUR

CRÍTICA: BEN – HUR

Ben Hur no es la película que va a cambiar vuestra percepción del cine o de la vida. Tampoco es la mejor película del año y muy probablemente no va a llevarse once premios Oscar. Así pues, si estáis esperando un peliculón de proporciones bíblicas que os trastoque vuestra existencia, la versión del 2016 os va a decepcionar al máximo. En cambio, si lo que queréis es ver una película fácil, cómoda, con unas carreras de cuadrigas muy molonas con unos efectos visuales bastante decentes… pues id al cine y vedla. No creo que sea tiempo perdido y personalmente, me lo he pasado bien viéndola… aunque me olvidaré de la peli en cuestión de semanas o quizás días.

Como todo el mundo sabe, la versión más famosa de Ben Hur es la dirigida por William Wyler en 1959, peli protagonizada por Charlton Heston, que se llevó, nada más y nada menos que once premios Oscars. Existe una versión anterior, una película muda de 1925 dirigida por Fred Niblo. Y la historia en la que se basan estas dos cintas, es aún más antigua, del siglo XIX, Ben-Hur es una novela escrita por Lewis Wallace y publicada en 1880.

La versión de 2016, dirigida por Timur Bekmambetov no va a pasar a la historia del cine, como si hicieron sus dos predecesoras, pero repito que es una película entretenida, con aventuras, con una bonita historia de amor fraternal y que ofrece mucho entretenimiento y una buena forma de pasar el rato.

Sin prólogo de ningún tipo, la cinta comienza con la esperada carrera de cuadrigas… para poner la miel en los labios y enseguida remontarse ocho años atrás a contar la historia. La trama sigue a dos hermanos, Judá Ben-Hur (interpretado por Jack Huston, a quien conoceréis por Broadwalk Empire) y Messala (interpretado por Toby Kebbell), el primero de ellos es un niño bien y el segundo un romano adoptado por un judío rico. Los jóvenes se llevan bien, pero son esclavos de sus circunstancias. Por razones, de las que ninguno de los dos es el verdadero culpable, Judá termina en galeras y Messala pasa de soldado al orgullo romano en las carreras de cuadrigas. La trama transcurre en el Jerusalén de Jesús y veremos algunas breves, pero muy importantes, intervenciones de Jesús en la vida de los personajes.

La versión de 1959 duraba más de tres horas, la de 2016 dura dos horas. Mucho menos metraje para contar la misma historia y quizás esto se note, algunas veces parece que el ritmo es atropellado y que los actos de los personajes no se basan en un lógico causa-consecuencia, sino que las cosas pasan porque sí o nos están omitiendo parte de la historia. Por otro lado, es de agradecer que la película sea corta, aunque no me convence que hayan optado por la voz en off de Morgan Freeman para narrar las cosas que no cabían en 124 minutos.

Así pues, es una película decente, pero está lejos de ser memorable. Ninguno de los actores destaca, aunque tampoco lo hagan mal. El uso de secuencias hechas con ordenador no es excesivo, cosa que agradezco, sólo la carrera y la batalla naval hacen un uso notable de este tipo de efectos visuales. La recreación histórica no brilla, pero está lejos de ser mala. Por lo que en términos generales la considero una película interesante para pasar un buen rato en el cine. Posiblemente reciba más críticas negativas de las que merece, pues la mayoría de la gente la comparará con el hito en la historia del cine que significó su predecesora, a la que no mejora, así que si lo que queréis es una revisión moderna y mejorada del clásico de 1959, la película de Timur Bekmambetov no os va a gustar.